Nueve minutos del primer tiempo iban cuando River tuvo la señal positiva que necesitaba en busca de la recuperación: un tiro libre de Juan Andrada encontró al poste izquierdo para negar que Godoy Cruz lograra la apertura del marcador. A diferencia de los tres compromisos anteriores donde el equipo sufrió goles con una facilidad preocupante, el asunto fue distinto en la calurosa noche de Mendoza. Esa acción resultó determinante porque enseguida llegó el 1-0 a través de un zurdazo de Lucas Pratto, la figura excluyente del partido.

Además de ese tanto clave para empezar en ventaja, Pratto fue clave porque marcó el 3-0 parcial para sentenciar la victoria y luego asistió muy bien al ingresado Matías Suárez -excelente estreno, con mucha clase-, autor de un golazo en el 4-0 definitivo. El Oso volvió a su mejor versión de la mano de un River que exhibió sus características que lo llevaron a ser campeón de la Copa Libertadores: un conjunto protagonista, voraz, inteligente, consciente de sus virtudes, capaz de superar física y futbolísticamente a sus rivales hasta derrumbarlos anímicamente.

Marcelo Gallardo diseñó un 4-1-3-2 para doblegar al Tomba: Leonardo Ponzio, de gran actuación, como volante de marca para respaldar a los tres mediocampistas restantes: Enzo Pérez, delante del capitán, Ignacio Fernández y Exequiel Palacios. Todos mostraron un rendimiento efectivo, práctico, como en aquellas noches de Libertadores. La defensa fue sólida, mientras que Rafael Borré y Pratto la rompieron en cada ataque, generando riesgo constante.

El 4-0 de River a Godoy Cruz fue una consecuencia de la supremacía que tuvo el equipo del Muñeco. Aprovechó cada circunstancia favorable. Desde ese tiro libre en un palo hasta los espacios de la segunda parte, pasando por la mano de Nahuel Arena para el penal que Borré transformó en gol y también por la temprana expulsión de Tomás Cardona al cometerle una durísima infracción a Gonzalo Montiel.

River ganó, gustó y goleó en Mendoza, su segunda casa. La alegría de este éxito servirá para trabajar con mayor confianza pensando en las dos paradas bravas que se vienen en la Superliga: la visita del próximo domingo a la cancha de Vélez y el duelo frente a Racing, el 10 de febrero. Atrás quedó un pésimo inicio de año. El Más Grande ya está de pie, listo para dar batalla nuevamente. Éste es el famoso River.