River ganó, gustó y hasta podría haber goleado a Palestino: 2-0 en la cancha de Colo Colo. Aunque desperdició varias situaciones para lograr un marcador más holgado, alcanzó su objetivo: la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores. Con los tantos de Javier Pinola e Ignacio Fernández, el Millonario obtuvo un triunfo sin problemas e incluso dio una clase en Chile de cómo jugar el máximo certamen continental.
El Más Grande mostró una actuación muy sólida en todas las líneas. Desde la seguridad de Franco Armani(lleva 600 minutos sin recibir goles)en el arco hasta el trabajo completo de los delanteros, pese a la falta de contundencia y la expulsión de Rafael Borré. Los defensores fueron prácticamente inexpugnables, incluyendo una tarea muy positiva de la dupla central, mientras que los volantes nuevamente desdoblaron funciones para ayudar en el retroceso y darle fluidez al circuito ofensivo.
Si bien el resultado no reflejó suficientemente la supremacía que se vio en el campo de juego, River dejó una imagen muy buena. A excepción de algún sobresalto lógico, el equipo exhibió un desempeño convincente. Práctico, dispuesto a dar batalla en cada sector e inteligente para adecuarse a las diversas circunstancias del partido. La ventaja a los 30 minutos dio la cuota indispensable de tranquilidad: falta a Nicolás De La Cruz, ejecución de Nacho Fernández y movimiento excelente de Pinola para dejar atrás la marca de Julián Fernández.
Justamente Nacho señaló el 2-0 definitivo en una secuencia que resume la perseverancia de este River: aprovechó un error del arquero Ignacio González tras un pase profundo de Exequiel Palacios, cuyo ingreso otra vez aportó criterio. La última media hora sirvió para que el Millonario se luciera en los contragolpes con la combinación entre precisión y velocidad para enloquecer a Palestino.
Pese a la falta de puntería acompañada de varias respuestas buenas del arquero González, River dio una clase de cómo jugar la Libertadores. Ejerció el protagonismo, supo cuándo y cómo arriesgar, retrocedió bien, fue compacto, comprendió cada momento del juego y, salvo la ausencia de contundencia, redondeó una actuación propia de un candidato al título. El campeón de América está en octavos de final y va por la gloria.