Otra noche de Estadio Monumental repleto donde River hizo lo que debe hacer siempre: ganar. No hay otro resultado posible cuando se juega en casa. Es que el respaldo y empuje de esa multitud que siempre acompaña y ayuda desde las tribunas al equipo suele ser fundamental para conseguir el triunfo que ya se hizo habitual cada vez que se juega de local. La estadística marca ese detalle impactante de un promedio de efectividad altisimo. Son números históricos y contudentes que describen una realidad inobjetable: en el Monumental solamente gana River.
Esto para los amantes de los resultados es una especie de paraíso y de verdad absoluta. En cambio para quienes analizamos el juego y valoramos rendimientos, quizas la ecuación no nos cierre tanto. Una corriente muy fuerte de nuestra cultura futbolera indica que en este deporte solamente importa ganar. Que de los segundos no se acuerda nadie y que los merecimientos suelen importar poco y nada. Por suerte esa ideología nunca pudo ingresar con mucha firmeza en River.
River tiene que ganar jugando bien
Cuando lo intentaron se chocaron con un mandamiento innegociable: acá hay que ganar jugando bien. Siempre importaron las formas y las maneras. Existe un estilo bien marcado de lo que nos gusta dentro del campo de juego. Ese famoso paladar negro. Por supuesto que nadie mastica vidrio y menos ahora que arrancan los cruces eliminatorios de la Copa. Todos firmamos ganarlos a cualquier precio. Seremos mas felices si River gana la ansiada 5ta Libertadores jugando mal que si queda afuera en cuartos de final jugando bárbaro. Eso no admite discusión. Pero también creemos y entendemos que hay más posibilidades de llegar a ese resultado deseado jugando bien que haciéndolo discretamente. Y esa exigencia se potencia especialmente en partidos ante rivales flojos como en este caso fue Tigre.
Fuimos a la cancha con la expectativa de ver a un River que nos llene los ojos, nos guste y enamore. Confiabamos que era la noche y el rival ideal para eso. Nos volvimos a casa con la imagen de un equipo que no jugó bien, que le costó marcar diferencias y hasta llegó a pasarla mal en los primeros 45 minutos. Es ilógico observar como el peor equipo del fútbol argentino, ese que viene conviviendo con la derrota durante este 2024 se sintió cómodo, se animó a manejar la pelota y hasta lastimó a River.
Más allá de cualquier buena intención que tenga Sebastián Dominguez, no hay manera de aceptar que el Millonario no se imponga, no domine y no sea dueño de un partido así. Otra vez en el armado del equipo vimos repetir viejos errores de un pasado no tan lejano. Volvieron los tres delanteros con Solari y Colidio de extremos. Algo que nunca funcionó y ayer no fue la excepción. Nuevamente una mitad de cancha despoblada, sin presencia ni recuperación. Además no hubo una buena noche de Paulo Diaz, quien habitualmente maquilla cualquier falencia defensiva.
Borja apagó el incendio
Un panorama complicado para un River que necesitó de todo el poder goleador de Borja para resolver un partido increíblemente disputado. El colombiano llegó a su gol 45 con la camiseta de River, 22 pertenecen sólo a este primer semestre del 2024. Impresionante. Un destructor de arcos rivales que nos dice adiós para viajar con su Selección a la Copa América y al que le prendemos una vela deseando un regreso pronto, saludable y en este mismo nivel. Y si hablamos de niveles cuesta encontrar rendimientos altos en futbolistas de River.
Es positivo el andar de Sebastián Boselli, aprovechando al máximo su chance de jugar como defensor central. Continúa dejando buenas sensaciones Agustín Sant’Anna, a pesar de su lesión muscular que le impidió terminar el encuentro. Ingresó bien Esequiel Barco en el complemento. Siempre entusiasma verlo a Franco Mastantuono sumar minutos. Y no mucho más. Está atravesando una merma en su juego Claudio Echeverri y se nota. Perdió desequilibrio en los últimos metros y continuidad en sus aportes. Se convirtió en un jugador de chispazos y el equipo necesita algo más que eso. Es normal en chicos tan jovenes que sucedan estas cosas. No es para preocuparse porque si algo le sobra al Diablito es ese talento que despierta aplausos en los hinchas.
Demichelis fue aplaudido en la previa
Los mismos aplausos que volvieron a escucharse para Martín Demichelis en la previa del partido. El anuncio de las formaciones ya es hasta divertido. Un día se silba, otro se aplaude, al siguiente se vuelve a silbar y luego a aplaudir. Los hinchas exponen y descolocan a todos aquellos que tienen como único gran contenido pretender marcarle la atmosfera al Mundo River. Lejos están de poder hacerlo. No hay termómetro que pueda medir la temperatura de 15 millones de personas desparramadas por todo el planeta. Es imposible hablar en nombre del hincha millonario. Son muchos y hay todo tipo de pensamientos.
¿Silbidos o aplausos, en qué quedamos?
Si repasamos encontramos que en la previa de Central Córdoba hubo una enorme silbatina para el DT pero ante Belgrano y Libertad todo fue aplausos. Otra vez los silbidos volvieron contra Táchira, pero tres dias despues lo que nuevamente se escucha son los aplausos que nacen de las cuatro tribunas ¿Que significan estas diferentes reacciones? ¿A Demichelis lo quieren o no? ¿Si lo quieren porque lo silban? ¿Y si no les gusta entonces porque lo aplauden? Que tarea dificil para los que se llenan la boca hablando en nombre de la gente.
Igualmente está claro que la intención no es esa. Se busca otra cosa. Lo que se hace es visibilizar problemas, divisiones y conflictos en River. Disfrutan instalando la palabra “crisis” que tan redituable les resulta. Hay que entender que hubo mucha gente “neutral” que la pasó mal durante el 2014 y el 2024. Fue un periodo demasiado extenso de un River dominante y ganador. Eso no les gustó. Y ahora quieren ponerse al día. Aprovechar este momento de vulnerabilidad producto de algunas derrotas para proyectar todo lo malo que desean y pretenden para esta institución.
La pantalla gigante del Monumental desde hace meses se convirtió en un iman de cámaras, micrófonos y celulares. Sonríen cuando el hincha silba desde una expresión genuina y momentánea por un enojo futbolero que puede ser correcto, pero no les gusta cuando ese mismo hincha aplaude y decide apoyar como dice la canción “en las malas mucho mas”. Se repiten y repiten en todos lados las imágenes con los silbidos. Se diseñan zócalos con textos explosivos en los programas.
Hay posteos en las redes sociales con títulos rimbombantes. Y hasta se cronometra el horario en que se da la formación del equipo. Todos recursos válidos si se actuará de la misma manera con los aplausos. Pero no es así. Cuando eso sucede el tema de golpe deja de interesar y ya no es importante mencionar las reacciones del público ante los anuncios de la voz del estadio. Con el receso todo esto se calmara durante un tiempo y eso le hará bien a River.
Hay que ganarle a Riestra para terminar bien arriba en el campeonato e irse al descanso en paz y con mentalidad positiva. Ya conociendo el rival de Octavos en la Copa, esperando los refuerzos de jerarquia y sabiendo que hay varias semanas para trabajar y poder mejorar a un equipo que puede ganar pero que todavía no logra convencer.