En 1993 la prestigiosa revista El Grafico utilizó en su tapa la misma expresión para describir con fidelidad la sensación que dejaba la Selección Argentina tras la disputa de las eliminatorias 94 y el 0-5 con Colombia. Hoy 32 años después es lo mismo que sentimos los hinchas de River: VERGÜENZA. Es imperdonable el año futbolístico que nos hicieron pasar. No hay forma de justificar este 2025 espantoso e irrespetuoso para la enorme historia de este Club. Perdió todo lo que jugó. Fracasó absolutamente en todos los objetivos que tuvo durante esta larga temporada. Algunas derrotas fueron vergonzosas por las formas y los rivales que enfrentó. Todas eliminaciones crueles y dolorosas. Después de cada golpe siempre habia una fea sensación de que ese no era el último. Se fueron dando uno tras otro, sin jamás encontrar una reacción a tiempo para intentar evitarlo. Fueron detonando todo tipo de ilusión y expectativa. Estuvo en caida libre permanente. La decepción fue grande y reiterada. No fue un solo trimestre. Tampoco un semestre. Fue un año entero en el cual nos amargaron la vida.
Jugadores perdedores
Este grupo de jugadores se acostumbró a perder. Nunca pudieron representar como corresponde a la camiseta más prestigiosa del fútbol argentino. Se la pasaron pidiendo disculpas luego de cada derrota. No tuvieron jerarquía ni huevos para sacar esto adelante. Cometieron mil errores que se pagaron carísimo. Siempre jugaron mal pero los ultimos 10 partidos fueron bochornosos. Se entregaron antes de tiempo. Se rindieron en plena competencia. Se deprimieron. Nunca dieron la cara, ni pusieron el cuerpo adentro de la cancha. Les faltó espíritu en las malas para evitar que River se hunda en esta grave crisis deportiva en la que lo metieron.

River protagonizó otro papelón y cerró un año negro.
Lo que ocurrió en Avellaneda es el cierre acorde a todo lo sucedido este año. Frágiles emocionalmente e ingenuos futbolísticamente. Otra vez un gol tonto de arranque y a remarla en desventaja. No daban dos pases seguidos. No se imponían en ningún sector de la cancha. Dolían los ojos al verlos jugar de esta manera lo que supuestamente era una final. Había que jugar como ellos. Los de Racing se mataban en cada pelota. Un jugador con la cara fracturada arriesgó y empujó mas que todos los nuestros. Santiago Sosa y sus compañeros actuaron como pedía la circunstancia. Fueron para adelante con convicción. Sintieron en la piel que disputaban un partido sin revancha. Que era a todo o nada. Y River fue exactamente lo opuesto. Un equipo tibio, liviano e inexpresivo que perdía en todos los aspectos con su rival. Trababa mas debil. Corria mas lento. Saltaba mas bajo. Chocaba mas fragil. Manejaba peor la pelota. Tenía menos caracter. Defendia sin pasión y atacaba sin ideas. Básicamente lo mismo de siempre. Nada nuevo. Solo que esta vez se potenciaba por el acumulado y por la instancia decisiva que había en disputa. Nunca entendieron como jugarlo y como prueba de eso están los goles con los que le dan vuelta el resultado. La actitud y la desconcentración de algunos jugadores es alarmante. ¿Dónde fue Gonzalo Montiel y porque no cierra Lucas Martinez Quarta en el 2do gol? ¿Por que recibe tan solo dentro del area Toto Fernandez en el 3ro gol y Matias Galarza no la revolea al costado cuando le queda picando en el área? Las respuestas son claras y pueden ser agresivas. Mejor reprimir tanto enojo y solo decir qué el ímpetu que mostró Gaston Martirena para buscar el gol de la clasificación en el último minuto, no lo tuvo ningún jugador de River durante los 90.

ver también
Qué pasó en el vestuario de River tras perder con Racing y el gesto que tuvo Galarza Fonda
El Técnico de River esta en el ojo de la tormenta y se lo cuestiona duramente con argumentos sólidos. Es el padre de este equipo desalmado y sin identidad. Nunca le encontró la vuelta. Ninguna decisión suya en el último tiempo solucionó algunos de los tantos problemas que se observan partido tras partido. River jugó mal y perdió mucho por su responsabilidad. Su equipo nunca se caracterizó por la conviccion y siempre pareció desmotivado. Hasta desde lo físico fue irreconocible. Dejo una imagen de equipo mal entrenado al que le costaba aguantar el ritmo de los 90 minutos. En el armado del plantel también pifio feo. No tiene centrales fuertes que impongan su presencia. No tiene un 5 que le maneje los tiempos del equipo y del partido. No tiene extremos veloces para atacar por afuera. No tiene desequilibrio en el uno contra uno. No tiene gambeteadores. No tiene volantes que pisen el área. No tiene cabeceadores. No tiene delanteros que vivan y mueran por el gol. Demasiados “no tiene” para mercados de pases donde se gastaron millones y millones de dólares. A Marcelo Gallardo le falló el ojo clínico para elegir futbolistas que puedan estar a la altura de lo que exige esta camiseta. Casi todos los refuerzos que pidió fracasaron. Ninguno le dió ese salto de calidad que necesitaba para convertir a su River en un equipo confiable y ganador. Los que heredó bajaron todos sus rendimientos. A muchos les fue perdiendo confianza y jamás los recuperó. En el tramo final empezó a recurrir a las inferiores. Metió mano y puso unos cuantos pibes en primera a los que no respaldo con el contexto ni la continuidad necesaria. Muchos jóvenes asi como entraban, despues salían. Ninguno se afirmó a excepción de Lautaro Rivero y algunos que parecían ser la opción inicial terminaron por detras de otros pibes que en el arranque no estaban en los planes. Esto es una muestra clara de la desorientación que acompaño al DT desde su regreso.

ver también
Resignación: los gestos de Gallardo en el gol agónico de Racing ante River
¿Y ahora? ¿Cómo se reconstruye River y Gallardo?
Cuesta mucho encontrar algo para elogiar de su trabajo en esta segunda etapa. No hay aspectos positivos para remarcar. Al igual que sus futbolistas tampoco le pudo dar desde su trabajo lo que River necesitaba. Sigue porque se llama Marcelo Daniel Gallardo. Y eso no es poca cosa. Cualquier otro entrenador ya estaría afuera del proyecto 2026. El se ganó por su comprobada capacidad como entrenador una oportunidad mas que el resto pero debera dejarse ayudar y volver a sus raíces. Reinventarse como le gustaba decir en su primer periodo. Entender que es necesario y sano una apertura en sus formas para que sus asistentes, los dirigentes y la secretaria técnica tengan voz y voto a la hora de elegir refuerzos, armar plantel y diseñar la planificación de una nueva temporada. Por supuesto que las decisiones debe tomarlas él. Es quien más sabe de fútbol dentro de este Club. Lo que no debe pasar es que esas decisiones no se sometan a un debate previo. Gallardo es inteligente y el mejor que nadie sabe que no puede permitirse otro año como este. Ya es momento de enfocarse en el futuro, en volver a ganar como prometió, sin necesidad de apoyarse en su glorioso pssado.

River quedó eliminado ante Racing en octavos de final. Foto: LPM / Diego Haliasz.
Ni el plantel ni el Cuerpo Técnico nos dieron durante el 2025 un solo motivo para ilusionarnos. Algo que nos pemita soñar y entusiasmarnos. Y eso que fuimos bajando la vara de la exigencia mes a mes. Ya no pedíamos jugar bien ni respetar un estilo. Solo nos conformabamos con ver un River que nos represente aun en resultados negativos. Que muestren sacrificio y pasión dentro de la cancha. Ni eso pudieron conseguir. Perdieron la Supercopa con Talleres, el Torneo Apertura con Platense, la Copa Argentina con Independiente de Mendoza, La Libertadores con Palmeiras y ahora el Torneo Clausura con Racing. Ademas se fueron derrotados de La Bombonera, quedaron prontamente eliminados en fase de grupos del Mundial de Clubes y no lograron clasificar a la Libertadores del 2026. Completito el fracaso. Las hicieron todas. Ya estan de vacaciones y aún no arrancó diciembre. Sinceramente fue de terror todo lo que nos hicieron pasar. Estamos indignados. Nos hicieron sentir verguenza. Es triste decirlo y afirmarlo, pero es la realidad indisimulable que ustedes supieron crear y con la que debimos convivir durante todo este año nefasto en el que solo recibimos una piña tras otra.





