Cuándo parecía que el mal rendimiento que previo a la pretemporada ante Temperley y Riestra no se podía repetir, River demostró en esta tarde noche que la cosa es más difícil de lo que se creía. Con una ausencia total de juego, el Millonario cayó ante Godoy Cruz y dejó una imagen muy preocupante.
Hubo nuevos cambios en el once inicial tras el empate ante Lanús pero Martín Demichelis volvió a equivocarse en el armado del equipo perjudicando así a las pocas piezas que le dan soluciones. Retrasando a Facundo Colidio, como si fuese un enganche, o abriendo a Franco Mastantuono, el entrenador dificultó una vez más la creación de juego.
Sin embargo, en el Malvinas Argentinas quedó expuesta una realidad que excede al DT. Si bien Demichelis tiene su gran cuota de responsabilidad, la mayor de todas, el Millonario demostró ante Godoy Cruz su peor cara, una preocupante falta de personalidad que le impide sobreponerse o cambiar una mala jornada.
Sin la actitud, las ganas o el empuje que Miguel Borja demuestra cada vez que se pone la camiseta, fueron varios los jugadores que con errores insólitos perjudicaron a River ante Godoy Cruz. Sin líderes que levanten a sus compañeros, el CARP demostró ser una vez más un equipo con mandíbula floja.
Errores que, en River, no se pueden permitir
Sumados a la falta de juego o al errado esquema que planteó Demichelis, River tuvo varias muestras de palidez que son pura y exclusivamente síntoma de un grupo de jugadores que así como son víctimas de malas decisiones del cuerpo técnico, también son responsables de cometer varios errores importantes en el campo de juego.
Es cierto que Santiago Simón no es lateral derecho y que le va a costar la marca, pero el error en el segundo gol de Godoy Cruz demuestra una perdida total de la atención. Tres segundos tuvo la marca en la espalda sin saber que Poggi estaba esperando el centro.
Desatención similar a la que tuvo, por ejemplo, Enzo Díaz en los dos centros que terminaron en gol. Algo que repite lo que sucedió en el segundo de Lanús durante el empate del domingo y que, lamentablemente, ya parece cotidiano. La marca estática, lejana y sin reacción que le permite al rival hacer sin peligro de errar.
Así como estos casos de Simón o Díaz hay varios, Aliendro está impreciso con la pelota, Nacho Fernández está lento en el traslado, Pablo Solari está errático en los centros y los remates. Son más los que se equivocan que los que aciertan y River lo siente.
Los refuerzos no terminan de encajar
Si bien no se les puede caer del todo, es cierto que los refuerzos del Millonario no terminan de adaptarse al mundo River. Así como Federico Gattoni tuvo participación en tres de los cuatro goles desde que llegó, Adam Bareiro no pudo demostrar prácticamente nada ya que sufre la falta de juego y de peligro que aqueja al equipo. Más allá de cualquier análisis individual que se pueda hacer, los jugadores de River demuestran no estár a la altura.