logotipo del encabezado

Sobre héroes y tumbas, volvió a ser River

Volvió River. Porque hubo héroes para unos y tumbas para otros en el día que se fue el maestro Sábato. Surgió como rasgo más sobresaliente esa indómita rebeldía del indio que no se rinde, ante la borrascosa identidad que dejaron sus últimas part

pablo-desimone

Volvió River. Porque hubo héroes para unos y tumbas para otros en el día que se fue el maestro Sábato. Surgió como rasgo más sobresaliente esa indómita rebeldía del indio que no se rinde, ante la borrascosa identidad que habían dejado sus últimas actuaciones. Apareció su fuego sagrado, ese que lo hizo grande. Jugando cuando hay que jugar y haciendo “la Resistencia” a la consagrada postmodernidad del ‘ollazo’ que propuso Racing en la segunda etapa. Construyó un triunfazo en el Cilindro que recompone el espíritu y da pie a la esperanza nuevamente.

Porque hubo carácter, actitud y buen juego en los ratos que el partido fue partido. No porque fue brillante, sino porque se reencontró con sí mismo. Con ese potencial que muchos le vemos, apenas por debajo de Vélez, aunque en el mano a mano no fue tal. Volvió justo cuando estaba por sonar el gong de luchar arriba y en la parada más brava. Volvió en la hora 25 de su existencia. Esa hora de más que todos reclamaban. Era tiempo de ponerse el cuchillo entre los dientes y volver a marcar territorio de protagonista.

¿Qué pasó? ¿Cómo lo hizo? En una semana repleta de reflexiones, de broncas ajenas y propias, JJ movió el tablero y sacudió la modorra que despertó la rabia de este River. Se desajustó el nudo de la corbata, dejó su ritual pausado en la mesita de luz y elevó el tono de voz. Logró que River recuperara la bravura que se le reclamaba. Antes de las declaraciones contra el decretazo de “los hijos de la pavota” de AFA, que habilitó a Gutiérrez, ya había manifestado su bronca. Desechó al fin, echarle la culpa a Satanás y cambió. Cambió de nombres primero y de táctica después. Ni él ni ninguno de nosotros se bancaba que la punta hubiese resultado un palo enjabonado. Y menos perderla contra dos equipos (Gimnasia y Godoy Cruz) que ayer dieron muestras de sus debilidades. También contribuyó la danza del Barca en el Bernabéu, donde dejó una nueva enseñanza contra los adeptos de los férreos esquemas.

El fútbol no es un tango que siempre se baila con la misma compañera y al compás del dos por cuatro. A veces puede tener matices rocanroleros y hay que tener una rápida capacidad de adaptación. .Ya no cerraba la épica del puntito ni la victimización repetida de la “mala suerte” como excusa. Había que ser más audaz, y lo fue. Hubo héroes colosales como esa muralla humana que es Juan Pablo Carrizo. Y ahí nomás el resto. Ese talento que despacito va prendiendo luces de colores, que es el Coco Lamela, que en una jugada rompe los libros. Y hubo tumbas para un hijo nuestro eterno, pero digno, no por la ayuda de AFA ni del juez de línea que colaboró con la expulsión de Díaz, sino por su propuesta de salir a buscar y exponerse también a que lo ataquen.

Y River, en un primer tiempo de ida y vuelta, pegó, noqueó y pudo ser noqueado también. Pero de un lado y de otro hubo una propuesta abierta, propia de un partido con características de final. Teófilo demostró sus cualidades, pero de a poco fue entrando en la red que le tendió una defensa que jugó un partido de altísimo nivel. Ballón le dio circulación al juego; excelente otra vez el uruguayo Díaz mientras estuvo en cancha; Funes Mori mostró su peligrosidad y definió demasiado bien, por eso su remate pegó en el palo; Almeyda otra vez dejó la vida y cuando Pezzotta tuvo la osadía de ponerle la mano en el pecho supo mantener la calma ante la provocativa reacción del juez.

Hubo dos partidos: partidazo en el primer tiempo, aguante heroico en el segundo. Y un único Teo, el de apellido Carrizo. Un Dios. Volvió el Millo. Recuperó sus raíces. Esas que River entiende que puede ser a veces una síntesis del pibe que va a la facultad y que está bien alimentado. Con padres hijos de inmigrantes, que lo ayudan para que vaya armando su futuro y que además no se olvida del barrio. De sus orígenes, de la sangre aborigen, gaucha y mestiza, ese criollismo exultante de amor propio que todos llevamos adentro cuando la pelota empieza a rodar.

Publicidad

Esa obsesión borrosa que siempre preocupó a Sábato sobre la babel argentina de “Héroes y tumbas”. Pero que los hinchas de River, más que nadie, siempre supimos entender. Destino de grande, algo que para los del Estadio Presidente Perón ni el famoso equipo de José logró conjurar. Esa tan grosera paternidad, casi de equipo chico. Bienvenido, River. Chau, Don Ernesto.

    Lee también
    Recibe las últimas noticias en tu casilla de E-mail

    Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones

    Better Collective Logo

    EL JUEGO COMPULSIVO ES PERJUDICIAL PARA VOS Y TU FAMILIA, Línea gratuita de orientación al jugador problemático: Buenos Aires Provincia 0800-444-4000, Buenos Aires Ciudad 0800-666-6006

    La aceptación de una de las ofertas presentadas en esta página puede dar lugar a un pago a La Página Millonaria. Este pago puede influir en cómo y dónde aparecen los operadores de juego en la página y en el orden en que aparecen, pero no influye en nuestras evaluaciones.

    Better Collective Logo