El estadio Mineirao es gigante, pero no tanto como River. Este River es capaz de ganar en cualquier cancha del mundo. Cuanto más exigente es el desafío, más grande es su figura. Y esta noche se notó contra Cruzeiro para celebrar una clasificación en la Copa Libertadores como en el año 2015. A diferencia de aquella ocasión, hoy la alegría recién llegó en la definición por penales. Tras un 0-0 vibrante, El Más Grande se impuso 4-2 gracias a dos tapadas de un Franco Armani increíble y las ejecuciones eficaces de Nicolás De La Cruz, Gonzalo Montiel, Lucas Martínez Quarta y Rafael Borré.

Pese a que sin brillar fue superior en el Monumental y exhibió un mejor rendimiento durante el primer tiempo en Belo Horizonte, River no pudo reflejar en el marcador los méritos que realizó en el transcurso de los distintos momentos de la serie. Desperdició varias chances que generó producto de la buena circulación del balón, pero sin el suficiente peso para lastimar en el área rival y contra un arquero sólido como Fábio.

Marcelo Gallardo nuevamente sorprendió. Dispuso un 4-1-3-2 con la inesperada inclusión de Jorge Carrascal. El colombiano fue muy desequilibrante al principio y luego tuvo un duelo parejo con Luis Orejuela, el buen lateral derecho de Cruzeiro. Los demás aportaron su cuota de inspiración para atacar y el innegociable sacrificio en el retroceso. Borré se destacó en este último rubro y justificó su titularidad más allá de algunas falencias en la parte ofensiva. Como broche de oro, su remate desde los doce pasos selló la clasificación a la siguiente fase, donde el rival saldrá del ganador de la serie entre Cerro Porteño y San Lorenzo.

River se plantó en Belo Horizonte como lo que es, el vigente campeón de América que sueña con repetir la corona por primera vez. Firme en defensa -Robert Rojas estuvo a la altura de las circunstancias y Martínez Quarta reiteró su gran actuación de la semana pasada-, supo leer el juego en el medio campo y se replegó rápido para neutralizar los peligrosos contragolpes del conjunto local. Ni siquiera los silbidos ensordecedores de unas 55.000 almas sirvieron para poner nerviosos a los ejecutantes del Millonario en la tanda de penales. El temple de acero y un Armani más sereno para esperar en cada tiro fueron gigantes para silenciar el Mineirao como hace cuatro años. El hincha se siente representado por este equipo de Gallardo. Sueña con más títulos. La ilusión está intacta. Que la gente crea…