River propuso siempre. Intentó una y otra vez. Utilizó distintos caminos e intérpretes. Empleó todo tipo de recursos, pero ninguno le alcanzó para quedarse con los tres puntos en el primer Superclásico disputado después el inolvidable 9 de diciembre de 2018: fue 0-0 en el estadio Monumental, por un partido correspondiente a la quinta fecha de la Superliga.
Los polos opuestos chocaron en Núñez. River asumió el protagonismo desde el principio con facilidad porque Boca no tuvo interés en pelearle el dominio. Mientras Marcelo Gallardo eligió un 4-1-3-2 repleto de volantes con vocación de juego -muy buena tarea de Nicolás De La Cruz e Ignacio Fernández-, Gustavo Alfaro optó por un impensado 4-4-1-1, ubicando a un centrodelantero como Franco Soldano y varios mediocampistas de marca.
En ese contexto, River fue superior porque más allá del panorama mencionado, supo generar riesgo. Por ejemplo, a través de una llegada a toda velocidad de Gonzalo Montiel, los disparos pisando el área, algunos desbordes y la oportunidad que Rafael Borré, de gran trabajo en la descarga, no pudo transformar en gol. Así como hubo ausencia de puntería en determinados avances, también existieron respuestas acertadas de un Esteban Andrada que demoró un montón de veces.
Los cambios del Muñeco aportaron frescura luego del desgaste realizado en Asunción el jueves pasado, pero no resultaron suficientes para lastimar a un Boca replegado y que generalmente fue sólido pese a que sufrió en algunas corridas del uruguayo De La Cruz. El rival apostó al contragolpe y la pelota parada. Exigió poco a Franco Armani, seguro para tapar un disparo débil del venezolano Jan Hurtado, un remate de Marcelo Weigandt y un tiro libre de Carlos Tevez.
El 0-0 terminó como un marcador lógico que inexorablemente lleva a reflexionar en torno a la serie correspondiente a las semifinales de la Copa Libertadores. ¿Boca nuevamente saldrá a defenderse? ¿Podrá River aprovechar su jerarquía colectiva e individual para romper el cerrojo? Hay algo que está claro: Gallardo logra que sus jugadores confíen en la estrategia y sus planteos, en tanto que para Alfaro será un desafío repetir un sistema que asume la inferioridad. La convicción de un equipo frente a la paciencia y fortaleza mental de otro que estará obligado.