(Santa Fe – Enviado especial) Seis minutos de pesadilla dejaron al campeón de América sin chances reales de pelear en la Zona 1, donde sigue a seis puntos de Rosario Central. El Millonario tuvo una noche nefasta y cayó 1-4 contra Colón. A pensar en el miércoles.
Fue una suerte de excursión tenebrosa, a tres días de visitar nada menos que la siempre difícil altura de La Paz. Es que en el Cementerio de los Elefantes quedaron sepultadas las esperanzas de River en el ámbito local, algo que a futuro puede ocasionar un riesgo enorme pensando en la Copa Libertadores 2017. Si bien es cierto que hay varias fechas por delante, resulta una utopía imaginar que el conjunto de Núñez todavía pueda dar pelea. Desperdició una oportunidad única, teniendo en cuenta que Rosario Central había perdido cerca -túnel subfluvial de por medio- en su choque ante Patronato.
Ahora, ¿cómo explicar semejante golpe en Santa Fe? En la provincia que fue noticia hace apenas dos meses por la captura de los tres prófugos, a River se le escaparon los tres puntos y todas sus ilusiones, producto de varios errores. Desde el cierre tardío de Milton Casco -parece condenado a tirar por la borda cualquier buena actuación suya- hasta el pésimo despeje de Marcelo Barovero en el 1-4, pasando por la expulsión de Ignacio Fernández, al recibir dos amonestaciones.
Luego de ponerse en ventaja gracias a Emanuel Mammana, que resolvió un centro excelente de Casco, cuyo inicio prometía, se encaminaba a un triunfo clave. Pero Alan Ruiz se encargó de señalar la igualdad once minutos después mediante un zurdazo desde afuera cuando reinaba la desesperación por impedir su conocido tiro venenoso. Hasta entonces, River exhibía momentos de circulación interesante, aunque sin profundidad suficiente para traducirlo en el marcador.
Con cierta superioridad, pese al déficit mencionado, El Más Grande se fue al descanso ilusionado. La victoria era posible. Para obtener mayor vértigo en su 4-2-3-1, el Muñeco sacó a Lucho González y le dio pista al uruguayo Tabaré Viudez. Nacho Fernández retrocedió para situarse al lado de Nicolás Domingo, mientras que Gonzalo Martínez permaneció en la banda izquierda. Andrés D’Alessandro, más abocado a la descarga y distribución que al pase punzante, continuó como eje. Arriba, solo, Iván Alonso, que estuvo a punto de rematar cuando Clemente Rodríguez lo cerró para evitar un gol inminente.
Pausa en ese momento. Creer o reventar, de una chance inmejorable para conseguir el 2-1, River quedó 1-4 diez minutos después. Una pesadilla en pleno Cementerio de los Elefantes. Un golpe a la esperanza en Santa Fe, paradójicamente. Repasemos: un anticipo de Mauricio Sperduti ante Casco para el segundo, la roja a Nacho por doble amarilla, el doblete de Ruiz al quedar cara a cara con Barovero e inmediatamente el hat-trick del mismo volante, tras un rechazo de Trapito al estilo pavota de metegol. Así, como fue graficado. Golpe a golpe, sin respiro para intentar una reacción.
River la pasó mal en el tiempo restante. No recibió más tantos, pero oyó el ole en diferentes ocasiones. Una suerte de burla al destino, si se toma en consideración que Gallardo reunió a muchos intérpretes de buen pie que terminaron observando el brillo rival. Calentura, desazón e impotencia, todo en un mismo combo. Apenas una posibilidad para descontar. Murió en el derechazo sin puntería del ingresado Nicolás Bertolo. Poco para rescatar. Tal vez la entrada de Joaquín Arzura, víctima de la falta que causó la segunda amarilla de Adrián Bastía, tarde para soñar con una remontada. Tarde para que el Millonario dé lucha en el torneo local. A pensar en la Libertadores, no queda otra.
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