Feo nuestro que estás en los cielos,
santificado “Angel” atorrante,
hágase tu voluntad acá en el Monumental
o en cualquier potrero de algún astro errante.
Venga a nosotros tu reino,
donde haya un cacho de “verded césped” ,
para demostrar porque, ¡ sabio!, lo bautizaste
como la única y absoluta verdad del juego,
así, tan simplemente.
Sahuman tus huellas, perfuman tus pases,
mezclaste el color del futbol y el arte.
Danos hoy el gol nuestro de cada domingo,
El sol de la popu, nuestro grito en Banda,
Y si la victoria se nos torna esquiva, o se vuelve arisca
y hasta nos maltrata…
Bajá como un rayo, de tu vuelo “ángel”,
Misionero en títulos y renacimientos,
Ganador de cuna, de tardes heroicas
Bajá Padrenuestro y volvé a tu escuela
Portador del fuego en las noches negras…
Bajá de las nubes cuando haya tormentas,
para hacerte guía,
màximo maestro, trae tus cuadernos…
tu claro evangelio
que habla del “toque” y esa dinastía
que se llama River.
Leete otro salmo. Contá tus secretos,
tu intuición brillante y el vicio embriagante
Del tiro certero, que busca enredarse
como adolescentes al enamorarse,
pelota y piolines
buscando anudarse,
como el beso dulce y mortal de la araña.
¿Quiénes te ofrendaron como blanco el arco
y tu espalda inflada de flechas y balas?
Tus zapatos cuentan que escondían hadas,
que pateaban lunas
para que temblaran porteros y palos,
y hacían que los arcos se tornaran fuelles
abiertos al viento, abiertos a Dios.
Feroz domador del alba y el empedrado.
De las dieciocho, bestia insurrecta,
nobel del álgebra.
Pintor de mil cuadros, repletos de noche
de arqueros penando en su soledad,
llorando su queja como un bandoneón.
Pichuco-Labruna… Pichuco del gol
Ahi viene Labruna y su pasión equina,
Y el aire que envuelve a los que defienden
se torna inseguro, nervioso y atroz.
Ahí viene Labruna y su patada espina
La bola finita que busca un rincón
y en el área grande de su corazón,
la esquina de un tango porteño y varón..
Feo nuestro… que bien nos perdonas
Por nuestras ofensas, que a veces se escapan
Si no nos respetan, queremos revancha
Como el gran Moisés rompiste las tablas
de tus honorables códigos viriles.
Cuando te insultaron…
de cara a la Doce, te tapaste el naso,
sufrían de amnesia o desconocían
la fea fragancia que emana la envidia.
Fue el “55”, cuando en la Ribera, metiste el hocico
y abajo del disco saliste campeón.
Título de títulos, triunfo memorable,
para nuestros pibes, para el tiempo de hoy,
para la gastada, para los afiches, para los e-mails.
Vos solo quisiste la “vuelta” allá en Núñez…
¡Si hasta de “los primos” te compadeciste!
Me queda la duda: ¿Para hacer más leve,
o tal vez más cruel, tanta humillación?
Libranos del mal si crees que es soberbia,
Si crees que es pecado o es ser agrandado
nacer del “Más Grande”, sentirse el mejor.
Si siempre hubo “robo” con los que jugaste
¡Muñoz, Pedernera, Moreno y Loustau!
Te necesitamos tanto como siempre,
y siempre es más que antes.
Y aunque los domingos siempre das presente,
cuando vuela el trapo de los cinco grandes.
Desde esa bandera que es nuestro rosario.
Flamea y nos alumbra, el Cristo jorobado.
Que sangra y derrama en el Manto Sagrado
la gloriosa savia de los millonarios.
Que jamás nos ganen ni la ingratitud,
ni un tímido olvido o un cruel desengaño,
hoy te reclamamos, para reencontrarnos
y canonizarte si es necesario…
Porque ni a la ausencia ni a la desmemoria,
le haremos el juego ni tendrán clemencia,
si la Banda cumple un siglo de gloria,
es que en esta historia de dulces victorias,
hay más de un Arcángel pero un solo padre.
Le diré a San Pedro que me de una pista
para reencontrarte.
Si escarbo en el barro o entre la gramilla, o
entre los arpegios de una noche en vena,
del Gordo más bueno, en el Tabarís.
o entre los acordes de su gran orquesta
¿no andará tu alma buscando Malenas?
Ya de madrugada, de tardíos pétalos y
De gurrumines, de aromas y humos
Y de canillitas, me juego una fija,
Que nadie la sabe, voy a descubrirte
pispiando la “Rosa” en el bar de Suárez.
Si me falla el dato, como fiel burrero
entre las arenas seguiré insistiendo
de pista en pista ire recorriendo,
hasta descubrir tu sombra de camello.
Como Don Quijote, loco de remate,
Entre los matungos verás Rocinantes
Solo Leguizamo montando a Yatasto,
será cual Búcefalo al Magno Alejandro.
Si no corre el topo ya no hay cheque en blanco.
Palermo, La plata y el Gran San Isidro.
¡Que vivan los pingos y los arlequines!
sin burros, sin futbol, sin fijas, sin sueños,
no existe el domingo.
¡Fuiste el más vivo entre los vivos,
ahora sos el más vivo entre los muertos!
Y en un mano a mano, quiero que me respondas,
decime sin chamuyos y sin versos:
¿Cómo te hiciste de River, “Dios eterno”?.
Si de ídolos la banda siempre estuvo llena.
Y en verdad tanto El Beto, Adolfo, El Enzo y Moreno,
eran más jugadores, “mamucho” que vos.
¿Qué misterio ocultás?, ¿qué secretos
te erigieron “el más grande entre los grandes”?
Se me ocurre que el secreto está en la sangre rojiblanca
que recorre tu cadáver. En la hombría de sentirte ganador,
en la cancha de adentro o de afuera. Por eso queremos verte,
incansablemente implacable verdugo de los bosteros.
Hacenos sentir tu ácida y filosa adrenalina
y esa sepulturera maestría de convertir los latidos de
la brava Bombonera en una bóveda fría.
…Y palpitarte en el renacer de cada purrete del semillero.
Quiero ver su ADN si químicamente hay un ángel en sus genes.
Si son rockeros, cumbieros, si son floggers, o son emos, si son
chetos o raperos,
Si son más lindos, más feos, más pintones, más fuleros…
¡Qué me importa!…
Solo importa que cada gota de sangre, tenga tu sangre Labruna.
Si en los pibes vive Angel, está River en el cielo…
¡Y está vivo el “Padrenuestro”!
