Impacto inmediato. Inicio demoledor. Contunencia pura. Así (y de muchas maneras más) pueden describirse los primeros partidos de Pablo Solari como jugador de River, un extremo que parecía que llegaba para acompañar a los delanteros y ayudarlos a hacer goles, pero terminó convirtiéndose él mismo en el goleador del equipo, con una técnica, un desequilibrio y un olfato de gol impresionantes. Venía de hacerle uno a Tigre y hoy facturó por triplicado en la goleada ante Defensa y Justicia para avanzar a cuartos de Copa Argentina.

Sí, hat-trick para el Pibe. En muy poco tiempo se le volvió una costumbre inflar las redes, algo que no era tan usual en Colo Colo o en las inferiores de Talleres de Córdoba. Cada vez que le preguntan, habla desde la emoción y la felicidad por marcar con la camiseta de la cual es hincha, o simplemente por tener cerca los colores rojo y blanco. Y si los partidos anteriores fueron un sueño, el de hoy no se olvidará jamás en a vida. Marcó tres (su primer hat-trick en Nuñez), uno más lindo que el otro (sobre todo el segundo, con un enganche y posterior definición), y se rodeó del calor de la gente en Chaco.

Verlo jugar es un deleite y sus números maravillan a cualquiera, porque en la era Gallardo nunca hubo algo igual. A lo largo de estos ocho años aparecieron goleadores de todo tipo. Driussi, Alario, Scocco, Pratto, Borré, pero ninguno tuvo una incidencia tan marcada en un lapso tan corto. Siete goles en seis titularidades. Siete goles en 578 minutos jugando desde el arranque, eso marcan los registros del cordobés por el cual River pagó 5 millones de dólares por el 60% de su pase. En el tiempo seguramente termine siendo una ganga, porque este chico (el de las poesías cada vez más bellas) está destinado a grandes cosas....

"Es una noche soñada. Estoy muy contento por el grupo, por el paso que dimos en esta Copa, y también por los tres goles. Ya van siete y espero que vengan muchos más... Marcelo (Gallardo) y mis compañeros me enseñan mucho todos los días", declaró el ex Colo Colo una vez terminado el partido, con una sonrisa de oreja a oreja y esa voz aguda que da incluso algo de ternura y hace pensar que es alguien tímido, todo lo contrario a cómo se muestra en la cancha. Cosa seria.

El tercer gol de Solari en Chaco: una delicia