La mitad del día no me cae la ficha, y la otra mitad me cae entera y sin piedad. Y son momentos que se intercalan, lo que provoca que el camino tenga más obstáculos de lo normal. Porque vamos a ser claros. No hay ningún pasaje de esta travesía histórica que se disfrute en nuestros interiores. Te pido perdón, Muñeco, porque hoy en la conferencia vos nos pediste hoy que tratemos de disfrutar lo que se viene, pero te juro que se me hace muy difícil.

Todo es padecimiento y tensión. Todo es incertidumbre, y proyectar los mejores y peores escenarios sin sacarnos la sensación de que serán los dos partidos más importantes de la historia y quizás de nuestras vidas. Porque ya dejó de ser una posibilidad en la que no había que pensar de antemano. Hoy la final contra ellos es la realidad más gigante del mundo, y tenemos que saber afrontarla como tal.

Pero hay dos ases de espadas bajo la manga que revolucionan mis sentidos, y acá es donde quiero detenerme. En un par de caballitos de batalla que me ofrecen una energía única y totalmente positiva. Porque si el destino nos puso acá, lo primero que debemos tener en claro es que estamos ante la chance histórica de vivir la gloria máxima como hinchas. El castigo de la derrota sería un golpe que llevará tiempo asimilar, pero el premio de la victoria es doblemente redituable desde todo punto de vista. No tiene punto de comparación con nada.

Y lo otro pasa por el hecho de comprender que si teníamos que elegir un momento de nuestra historia para enfrentar el desafío, no existe uno mejor que el actual. Hemos jugado hasta acá una copa espectacular desde todo punto de vista, superando llaves tremendamente difíciles con grandeza y personalidad. Este plantel viene de conseguir el mayor récord invicto de la historia del club, y ya demostró más de una vez durante el 2018 que sabe cómo ganar los clásicos, más allá que los antecedentes poco importarán en la final.

¿Confiados en el equipo? Siempre. ¿Agrandados o creídos en que somos los máximos favoritos porque nos venimos imponiendo en el último tiempo contra ellos? Nunca. La final será absolutamente 50 y 50, basada en el contexto y en el peso propio de las circunstancias. La cabeza y la mentalidad serán decisivas, y los detalles mínimos definirán todo.

Cerremos los ojos. Inflemos el pecho. Abracémonos entre todos a perseguir la ilusión mediante el camino que nos inculcó Gallardo en los últimos cuatro años y medio. Con humildad, perfil bajo, hablando solamente en la cancha, y recordando que tenemos un plantel y un cuerpo técnico que dejarán hasta la última gota de sus energías para que el 24 de noviembre sea el sábado más feliz de nuestras vidas.