Hace exactamente siete días estábamos coronándonos campeones. Otra vez campeones. La última foto del año de River es todos juntos gritando ‘dale campeón’, es Gallardo con los
puños en alto otra vez. Si hay alguien que se lo merecía era él, y todos nosotros también.
River merecía cerrar el año con una sonrisa, festejando, celebrando. Y lo merece por ser un
grupo que soportó adversidades y supo estar a la altura de las circunstancias cuando lo
ameritaba. No se trata siempre de ganar o perder, la vida no se basa en premios y castigos, sino en saber dejar todo en los momentos claves al margen de los resultados. Siempre habrá un ganador y un perdedor, a River le sobran pasos por el podio.
Este equipo merece todos los triunfos por no haberse rendido cuando todos estaban champagne en mano esperando celebrar un fracaso, por bancar bajas, idas, malas noticias e injusticias. Merece los triunfos por saber reponerse de semanas para el olvido y demostrar que ‘no está muerto quien pelea’. Y los merece, fundamentalmente, por mantener la calma frente a tanto circo que quería instalar una crisis que nunca existió. Si las crisis terminan con un River jugando una final de copa, si ‘un mal año’ termina con un River campeón, compro. Dame una crisis todos los años.
Pero también merece los fracasos, y aunque duelan éstos sirven para aprender, para tomar la experiencia de no confiarse, de que hay que luchar hasta el último minuto y no dejar nada librado al azar. Sirven para enojarse, para volver a estar en estado de rebeldía y querer con más ganas que nunca volver a ser los de antes, los de siempre.
River no sólo tiene, sino que debe ponerse nuevamente en estado de alerta. Debe ir en busca de lo que le falta. Debe rearmarse. El comienzo de año tiene que encontrarlo de pie, fortalecido y expectante a todo lo que se viene. El próximo ciclo debe recibirlo con más ganas que antes, plantado, yendo a buscar lo que esta vez no pudo conseguir. River debe encarar el 2018 más maduro y habiendo aprendido de sus errores.
Personalmente como hincha no suelo quejarme mucho, sé que en el último tiempos nos acostumbramos a ganar todo y de repente este año nos golpeó y nos mostró un River que no reconocimos, que no era el de siempre, el de antes; pero no me olvido de los buenos momentos que no son para nada lejanos y no dejo de bancar un proyecto que durante mucho tiempo funcionó y me hizo festejar muchas más veces que sufrir. Sí espero que lo que se venga sea mucho mejor, y que podamos otra vez enfocarnos y reencontrarnos.
Confío en este club, confío en quien nos guía hace casi cuatro años, confío en que se puede volver a estar mejor y recuperar esa calidad que nos hacía sentir apasionados. No dejo de sentirme orgullosa nunca de River, pero siempre quiero verlo mejor, cada vez más. Nos merecemos todo y más. ‘Nos merecemos bellos milagros y ocurrirán’, vamos por ellos.
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