Pinola explicó por qué se decidió a sumarse a River, destacó el estilo de juego y reveló varias vivencias de su época como hincha del Más Grande.

A fines de 2015, Marcelo Gallardo lo llamó. De gran presente en su primer semestre en Rosario Central, Javier Pinola rechazó la propuesta porque prefería seguir en el Canalla para dar pelea en diferentes competencias. “Me tomé unos días y después lo llamé a Marcelo y le agradecí, pero le comuniqué que me quedaba en Central. A los pocos meses, la noche del 3-3 en el Gigante (NdeR: el 21 de febrero de 2016), lo fui a saludar al banco para agradecerle”, explicó.

Sin embargo, en la siguiente chance -en junio pasado-, el marcador central aceptó el desafío, dejando de lado la gran oferta económica de Boca. “Quería dar este paso ante la segunda oportunidad de formar parte de ese proyecto. Me atraía el proyecto que viene desarrollando Gallardo con un estilo de juego ofensivo”, admitió, durante una entrevista que le concedió a El Gráfico en su edición de agosto.

Lejos de sentir presión por la responsabilidad que implica semejante salto al Más Grande, Pinola hizo un análisis muy optimista: “Me gusta jugar con las líneas adelantadas, defender bien arriba, intentar salir jugando, que lo que se genere arriba no sea casualidad, sino causalidad. Central juega parecido y entendí que no me iba a costar la adaptación”.

Con respecto a su época como hincha, el defensor surgido de Chacarita recordó algunas vivencias. “Fui socio. Iba con mi viejo, con mi tío o con mis amigos. La final de la Libertadores, estaba en el arco donde Crespo metió el 2-0 de cabeza. Todo el partido lo vi parado, sin poder moverme. A fin de año, cuando jugó contra la Juve, me dejaron faltar al colegio y lo vi por tele”, reconoció.

Además, Pinola contó qué jugador de ese River multicampeón le sirvió como espejo para su carrera como profesional. “Me fijé mucho en (Eduardo) Berizzo porque jugaba en mi posición, porque era zurdo y porque tenía un muy buen pie, mucha tranquilidad para jugar. Me encantaba”, destacó.

La sangre de Pinola ya registraba un antecedente sin éxito en el Millonario. Es que su abuelo paterno, Horacio Pedro, también vistió el manto sagrado. “Era un típico diez, zurdo, según me contó mi papá, porque falleció cuando yo tenía ocho años. En esa época se le daba mucha importancia al estudio, por eso llegó hasta la Cuarta. Mi papá, Jorge Horacio, fue arquero y atajó en Colegiales, Platense y Merlo, siempre en el Ascenso”.

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En Alemania, jugando para Nüremberg, Pinola se enfrentó nada menos que al holandés Arjen Robben, de Bayern Münich: “Tuve partidos muy buenos, yo como lateral izquierdo y él por la derecha. Yo estudiaba mucho los movimientos de Robben y sabía que la derecha la tenía sólo para correr, entonces me preparaba para llevarlo contra la raya, contra su pierna inhábil, aunque a veces salía para adentro y me eludía. A veces se cansaba y se iba para la otra punta. El problema es que cuando él se iba, venía Ribery, así que seguía teniéndola brava”.

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