¿Cómo pasar de ser un jugador muy poco tenido en cuenta y que parecía casi prescindible, a convertirse en la carta de mayor regularidad de un equipazo lleno de grandes futbolistas? La receta la tiene el señor Robert Rojas, que cumplió con una de las premisas esenciales que exige el mundo River: saber aprovechar las oportunidades.

Pero a todo ese oportunismo el guaraní le aplicó una gran conducta futbolística. El sistema de tres marcadores centrales por el que está apostando Gallardo desde la salida del equipo de Palacios le brindó a Rojas la comodidad necesaria como para apagar toda clase de incendios, para demostrar lo buen tiempista que es en los anticipos y los cierres, y hasta también para animarse a saltar líneas con pelota dominada cuando River necesita una salida y no hay pase claro.

El combo que ofrece es completo, y la solidez demostrada durante los 5 partidos del año que terminaron en victorias en la Superliga es lo que le ha llevado a ganarse un lugar indiscutido entre los titulares, inclusive cuando el Muñeco en algún momento del partido hace cambios para modificar el sistema táctico y vuelve a la línea de cuatro tradicional. A pura fortaleza física en los mano a mano para ganar las divididas o saber aguantar a los delanteros rivales hasta último momento, y también con un poderío aéreo que a River le dio mucho aire en una faceta que se había convertido en un talón de aquiles en el último tiempo en ambas áreas. De hecho frente al Taladro ganó absolutamente todos los duelos de arriba.

Y además muestra un baño de humildad enorme, que lo mama desde su lugar de origen y desde una historia de vida muy sacrificada. Nadie le regaló nada, y con esa mentalidad también defiende dentro de la cancha, aunque tiene la capacidad de no traspasar los límites del juego brusco ya que solamente recibió una tarjeta amarilla desde su llegada. Salvo en la jugada que casi termina en gol de Daniel Osvaldo por encima de Armani, no se recuerda un caso de un futbolista que lo haya gambeteado, y eso es todo un síntoma de confianza y de aplomo.

Uno de los grandes secretos del River de Gallardo pasa por el hecho de saber que ningún jugador puede relajarse, porque el que llega atrás tiene el hambre, el empuje y la motivación para ganarse un lugar, sin importar la trascendencia del apellido que puede quedarse afuera. Y Robert Rojas demuestra ser el fiel ejemplo de eso. Ojalá que su techo siga estando lejos, y que el tiempo lo transforme en el caudillo que asoma ser.