No hay dudas que Martín Aguirre es uno de los futbolistas más queridos en los últimos años de la historia riverplatense. Dicho cariño no se lo ganó a base de goles o títulos, sino por su humildad y compromiso a la hora de ponerse la banda en el pecho en un partido o en un entrenamiento.El Gula también fue parte del equipo que volvió a la máxima división del fútbol argentino en el 2012 y entre tantas anécdotas, recordó varias particularidades de sus compañeros de la época.
“Nosotros le decíamos ‘el Loco Ponzio’. No frenaba nunca. Lo mismo que hace dentro de una cancha, en el sentido que nunca vi que camine, fuera de la cancha tampoco. En el vestuario se sentaba, tomaba un mate, se paraba, agarraba el celular, iba para acá, caminaba para allá. Era un paisano loco”, contó entre risas Aguirre en charla con el podcast de La Página Millonaria. Y explicó sobre cómo lo ve una vez que decida dejar de jugar al fútbol: “No se si le va a gustar a Leo ser director técnico. Lo veo más para la parte directiva, en lo que sería gestión deportiva. Manager tal vez es más de su estilo”.
El GulaAguirrellegó al Millonario en el año 2011 para ir en busca del tan ansiado regreso a la Primera División. Allí compartió plantel con grandes figuras, una hecho que todavía le llama la atención. “Fue difícil cuando llegaron Ponzio y Trezeguet. Muchos caciques, es verdad. Los últimos seis meses fueron los de mayor presión. Hasta David dijo que nunca había sentido mucha presión. Ninguno de los líderes era amigo, pero todos tiraban para el mismo lado. David fue muchas veces al banco y nunca tiró una bomba, siempre fue para adelante. Sabía adonde estaba, el momento del club…”, relató.
Además, recordó cuando Cavenaghi y el Chori Domínguez se vieron obligados a irse del club. “La gran cagada en muchas situaciones son los dirigentes. No podés salir de una reunión y a los dos segundo que todos sepan qué pasó. Ahí te das cuenta del nivel de asquerocidad que tenían algunos dirigentes en ese momento. Había mucha interna política. Tres días nos duró el disfrute, el desahogo porque al tercer día se supo que Fernando y el Chori no iban a seguir”, disparó el Gula. Y opinó: “Fer y el Chori se hicieron cargo de la presión y de muchas cosas más. Me acuerdo que llegaron y hasta se encargaron de conseguir presupuestos para hacer los lockers del vestuario. No creo que haya sido Matías el que los echó”.
Para cerrar, explicó en primera persona lo que fue ser ayudante de campo de Cristian Ledesma en Tigre.“Fue una experiencia reveladora para saber qué no quiero hacer. Siempre agradecido con el Lobo por esa invitación, pero ves cosas que no me gustaron. Te tiene que apasionar mucho también. Lo más respetuoso y leal me pareció decírselo al Lobo y decidí bajar la persiana del fútbol desde lo profesional”, concluyó.