El 3 de junio de 2015 no fue un día más para el equipo dirigido por Marcelo Gallardo. River venció 2 a 0 a Liniers de Bahía Blanca por los 32vos. de final de la Copa Argentina, pero el resultado fue apenas una cuestión anecdótica. Aquella noche marcó el punto final en la carrera de dos futbolistas que se supieron ganar el corazón de los hinchas millonarios, cada uno con sus armas y distintas virtudes.

Luego de un primer tiempo en el que River impuso toda su jerarquía y superioridad -se fue al descanso con una ventaja 2 a 0 gracias a los goles de Ramiro Funes Mori y Juan Cruz Kaprof-, en el complemento hubo lugar para vivir dos momentos de pura emoción: a los 15 minutos ingresó Pablo Aimar en reemplazo de Kaprof y a los 30’ Martín Aguirre por Ariel Rojas. Ese tramo de partido marcó el adiós de los dos futbolistas, que venían luchando contra largas lesiones y tuvieron la oportunidad de decirle adiós a la práctica profesional dentro de un campo de juego.

Pablo César Aimar tuvo dos etapas en el Más Grande. La primera va desde su debut ante Colón de Santa Fe el 11 de agosto de 1996 con apenas 16 años, hasta su venta al Valencia de España en el 2001. En esos años, el Payasito disputó 108 partidos, convirtió 27 goles y dio 26 asistencias. Como parte del plantel profesional, consiguió los títulos del Torneo Apertura 1996, Clausura 1997, Apertura 1997, Apertura 1999 y Clausura 2000.

Hubo que esperar catorce años para volver a verlo con la banda roja en el pecho: regresó al club que lo vio nacer en 2015 para que sus hijos pudieran disfrutarlo en el fútbol argentino. Su segundo ciclo duró apenas un puñado de meses, en los que sólo pudo disputar dos encuentros oficiales: ante Rosario Central en el Monumental y el mencionado encuentro frente a Liniers de Bahía Blanca. Luego de un parate por la Copa América, el equipo del Muñeco hizo una pretemporada intensa para encarar las fases finales de la Copa Libertadores, llegaron refuerzos, el Payasito no pudo ponerse a tope desde lo físico y quedó fuera de los cambios en la lista de buena fe. La decisión de Marcelo Gallardo precipitó su adiós. 

Por su parte, el Gula Aguirre vivió una realidad completamente diferente. Llegó proveniente de Olimpo de Bahía Blanca y le tocó calzarse la camiseta de River en la temporada 2011/12, cuando el equipo por entonces dirigido por Matías Almeyda tuvo que luchar por la vuelta a la Primera División. En ese contexto difícil, se convirtió en uno de los pilares del mediocampo, fundamentalmente por su entrega y su  sacrificio.

En octubre de 2012, sufrió la rotura de ligamentos en una de sus rodillas en el superclásico y de ahí en adelante no volvió a ser el mismo. Las reiteradas lesiones lo fueron alejando cada vez más de la alta competencia. Por eso, luego de 508 días de ausencia, pudo despedirse del fútbol en el verde césped, en esos últimos 15 minutos ante Liniers de Bahía Blanca. Con la camiseta de River disputó 33 partidos, anotó 5 goles, dio 1 asistencia y 5 vueltas olímpicas.