Una situación de no creer se vivió en el Monumental. A River le costó toda la noche entrarle a Vélez. Le creo algunas chances pero nunca pudo ponerse en ventaja en el marcador y parecía que la serie empezaba a escaparse, cuando a los 34 minutos del segundo tiempo apareció Matías Suárez para marcar el primer tanto tras un buen desborde y posterior centro de Esequiel Barco. Festejo, locura en el banco de suplentes y cuando Vélez estaba por sacar del medio, el árbitro Roberto Tobar corrió hacia el VAR...

Y ahí empezó el papelón. Los jueces del VAR (Rafael Traci y Braulio Da Silva, ambos brasileños) llamaron a Tobar por una posible mano de Suárez al momento de empujar la pelota al arco. Le mostraron una cámara, otra, otra y otra y en ningún momento se aprecia que la pelota le pegue o se desvíe en el brazo del cordobés. Tras casi cinco minutos mirando la pantalla, Tobar corrió hacia el medio y anuló el gol del cordobés por mano, mano que no se puede ver en ninguna cámara. Es decir, el árbitro cobró algo que no vio y no existió.

 

Es más, tantas dudas tenía el árbitro chileno sobre las imágenes que le mostraban reiteradamente y desde distintos ángulos que hizo algo que no corresponde: llamó al juez de línea para que también observara la pantalla y le diera su opinión sobre lo que estaban viendo. Christian Schiemann Alonso, también chileno, le dijo que sí a Tobar y ahí fue cuando finalmente volvió al campo de juego y anuló el gol de Matías Suárez.

River fue claramente perjudicado por una decisión arbitral y le quito la chance de al menos llevar la definición de los octavos de final a los penales, situación que se hubiera dado si el partido terminaba 1-0. Y otra vez el VAR fue gran protagonista para dejar al Más Grande afuera de la Copa Libertadores como ocurrió en el 2021 (correspondiente a la edición 2020) con aquel gol de Gonzalo Montiel que también fue anulado por esa misma vía.

La jugada de la polémica