River mantuvo la valla invicta en siete de los 14 partidos correspondientes a la Copa Libertadores, uno de los puntos fuertes para lograr el objetivo más deseado por todos.

De menor a mayor. Así fue la campaña del Millonario. De perder 0-2 en Oruro a ganarle 3-0 a un equipo muy difícil como Tigres, sin recibir tantos en ninguno de los dos compromisos decisivos. Una muestra fiel de lo que Marcelo Gallardo inculcó como premisa para levantar el trofeo tan anhelado: sostener el cero.

Desde el 3-0 ante San José, por la última fecha del Grupo 6, mientras Tigres jugaba una suerte de metegol ante Juan Aurich, River disputó nueve encuentros, ocho de ellos en instancias mano a mano. A excepción de Cruzeiro, en el Monumental, y Guaraní, en el estadio Defensores del Chaco, Marcelo Barovero no fue vulnerado.

Además de los méritos de Trapito (63 veces valla invicta en 129 juegos oficiales para El Más Grande), la defensa fue fundamental. Gabriel Mercado, Jonatan Maidana, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni, la defensa de memoria a partir del 2014, transmitió seguridad en los momentos calientes.

Por lo tanto, pese a que la filosofía del Muñeco es ser protagonista y atacar, el fondo resultó clave. Si bien fue calificado como el arco más grande del mundo por una gloria como Amadeo Carrizo, presente en el Palco de Honor durante la gran final, el arco de River se transformó en el más chico de América y, tal vez dentro de unos meses, del mundo.

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