El tipo arranca el 2018 y se sube a un avión rumbo a Miami. Su cabeza empieza a hacer cuentas y llega a la conclusión que está por arrancar la pretemporada consecutiva número 16 con la camiseta de River, y seguro repasa en su memoria cada uno de los momentos vividos.
Sabe que en estos últimos siete años y medio de su vida pasó por todas. Que llegó en una parada complicada y se bancó el peor momento de nuestra historia. Que después fue pieza clave para el resurgimiento y los nueve títulos en cuatro años. Que se llenó de moretones y de cicatrices para salvar goles, o para dejar la vida en un cruce que para cualquier otro podía ser insignificante. Que contagió e hizo crecer a varios pibes que lo acompañaron en la zaga y que luego fueron vendidos en grandes cifras, mientras él seguía firme ahí. Que fue el estandarte de la mejor línea de cuatro que vi en mi vida. Y que se ganó el lugar con todos los técnicos, y el respeto supremo de cada compañero que compartió un vestuario con él.
Lamentablemente hace ya un buen tiempo que una de sus rodillas le viene jugando una mala pasada. El semestre anterior lo padeció mucho, y nunca pudo encontrar el nivel que lo llevó a ser el defensor más regular del fútbol argentino. Me pasó varias veces de notarlo limitado, y sufrir jugadas a la par de él. Me dolía verlo así, y creía que lo mejor era que descansara algunos partidos, aunque entre tanto lesionado y suspendido afuera realmente no había nadie que nos pueda brindar más seguridad en aquel momento. Por más que este no sea su mejor presente me pasa que no puedo imaginarme el día a día de River sin él, y me pongo nervioso cuando escucho que puede llegar una oferta tentadora de una de esas ligas multimillonarias, donde muchos próceres deciden irse a los treinta y largos para sacarle el último jugo económico a sus carreras.
Pero después lo escucho hablar y el tipo logra llevarme a la tranquilidad. “Sé que la voy a tener muy difícil para jugar, y si voy al banco no me va a molestar, porque significa que es lo que Marcelo considera lo mejor para el equipo”, dijo hace un par de días en USA, con el mismo perfil bajo y humildad que en la primera nota que le hicieron cuando llegó en el 2010. No sé si estará para ser titular o suplente, pero lo que sí sé es que no puede faltar en nuestro plantel. Porque su personalidad competitiva adentro y modesta afuera de la cancha es un oasis en un mundo del fútbol tan lleno de altaneros y soberbios que creen que se las saben todas. Porque es un líder tan silencioso como imprescindible que siempre ha enseñado el camino a seguir. Y porque ha sido un coleccionador serial de momentos inolvidables para nuestros corazones.
El señor Jonatan Maidana puede llevar en su espalda la 2, pero definitivamente es un número 1. Después de Enzo no creí que iba a volver a tener un ídolo que no haya salido del club, pero él llegó para derribar esa teoría por los aires. Ojalá pueda recuperarse y quedarse hasta el retiro, para poder disfrutarlo el máximo tiempo posible. Porque día que se vaya nos quedará un vacío tan gigante como su grandeza.
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