Pasó contra San Lorenzo. Blandi cabeceó solo y aquella distracción post tiro de esquina le costó al equipo terminar con el largo invicto de goles que llevaba Armani. Pasó contra San Martín de San Juan, donde otro córner en contra terminó en gol y además el rival nos lastimó bastante por arriba. Pasó contra Sarmiento de Resistencia, donde una vez por tiempo nos cabecearon sin marca en nuestra área y se pudo haber complicado el pase a semis de copa Argentina.

Pasó en el Superclásico, donde Boca reventó el travesaño en un cabezazo post tiro libre, y también hizo lucir a Armani en la última jugada. Y pasó el viernes contra Colón en Santa Fe. El descuido volvió a ser muy costoso, porque en un partido que se resolvía por detalles ése tiro de esquina no sólo valió la derrota, sino además el fin del invicto histórico. Si bien no fue netamente un cabezazo, el Sabalero se impuso más de una vez en nuestra área en esa jugada y sacó rédito de todos los anticipos y rebotes que quedaron en el área para anotar el único gol del encuentro.

Gallardo durante el 2018 modificó la manera de marcar en los tiros libres en contra. River actualmente se para netamente en zona, y en ese aspecto el equipo mejoró su solidez. Pero en los tiros de esquina se están viendo los mayores problemas, y por el desarrollo de las jugadas da la sensación que el tema pasa más por desatenciones individuales que por problemas colectivos.

Habrá que estar más atentos que nunca en lo que viene, porque Gremio es un equipo que tanto en la copa pasada como en la actual se ha fortalecido mucho en este aspecto, y ha sabido sacar diferencias por la vía aérea en momentos clave de los cruces mano a mano.

La premisa es muy clara para River desde hoy hasta fin de año. Debe bajar la intensidad de los dolores de cabeza. Porque la Libertadores no perdona, y menos en las instancias finales.