Las sensaciones son lógicas. Bronca, tristeza, frustración e impotencia. Un cóctel insoportable para el plantel, el cuerpo técnico y los hinchas de River. Son horas difíciles. Aunque nada opaca este ciclo maravilloso y soñado, el momento actual implica una desazón imposible de maquillar con gratos recuerdos. La caída 2-1 ante Flamengo duele porque el título de la Copa Libertadores estaba a unos seis minutos de concretarse, incluido el tiempo de descuento.
Pese al enorme sentimiento de dolor, el plantel cenó con normalidad. No fue sencillo porque en más de un caso el estómago estaba cerrado, propio de semejante amargura futbolística. Sin embargo, la visita de algunos familiares antes y después de la comida sirvió para aplacar el golpe.
Tras desayunar en el Swissotel, ubicado en el bonito barrio de San Isidro, los jugadores, el cuerpo técnico y la dirigencia se marcharon del lugar en la cálida y nublada mañana de Lima para dirigirse al aeropuerto Jorge Chávez, situado a unos 40 minutos en la ciudad de Callao. Un grupo de hinchas brindó palabras de aliento, reconocimiento y agradecimiento en medio de tantas secuelas anímicas.
Aunque nada borra la gloria alcanzada por este plantel, las últimas horas son duras. Gonzalo Montiel rompió en llanto apenas después del partido, mientras que esta mañana se vio muy afectado a cada jugador, aunque especialmente a Javier Pinola, Ignacio Fernández, Franco y Enzo Pérez, cuyos rostros evidenciaban ojeras y muestras claras de haber atravesado una pena tan gigante como las conquistas deportivas que le regalaron a la gente.