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Apocalipsis Out

No como vidrios ni estoy poseído por un optimismo infantil. Me resisto a sumarme a un viaje sin escalas del triunfalismo mágico (1-0 a Instituto) al derrotismo apocaliptico (1-1 frente a Aldosivi).

pablo-desimone

No como vidrios ni estoy poseído por un optimismo infantil. Me resisto a sumarme a un viaje sin escalas del triunfalismo mágico (1-0 a Instituto) al derrotismo apocaliptico (1-1 frente a Aldosivi).

Así como la victoria ante La Gloria no aseguraba nada -apenas una saludable mejoría-, este injusto empate no puede, ni debe desquiciarnos. Durante los 90 minutos River fue superior al Tiburón marplatense del “exquisito” Teté Quiroz –era una niña como jugador-, que en su desesperación final pareció mutar sus mandíbulas a la “planchita” de sus dirigidos.

Claro que si no nos pillaban los dos puntos en esa insólita desconcentración del final, la billetera de River hubiera vuelto al Monumental repleta de confianza. No sólo por lo que significaba esa victoria en la tabla, sino por la mejoría que sigue mostrando su funcionamiento.

Lejos está este River de aquel que perdió la brújula frente a Atlanta. Volvió a ser protagonista desde el minuto cero y arriesgó todo el tiempo. Pagó y pagó mal. Injustamente, a mi modesto juicio. Sin brillar, pero con mucha autoridad, tuvo la actitud que se le reclamaba: ser protagonista. Lo Logró en la mayoría de los pasajes del partido. Quizás su mayor pecado radicó en aquello que antes se le ponderaba como su máxima virtud: la falta de efectividad.

Un par de veces Cavenaghi se apresuró; en otra, el línea del primer tiempo le anuló un gol legítimo tras una “sutileza” de “Monsieur David”. Entre paréntesis, impecable. Solo que esta vez, posicionalmente, se movió un poquito lejos del arco.

Fue un partido rápido, con un River mucho más preciso que otras veces y que después del penalazo a Cavenaghi –a pesar del Chavo Fucks- siguió pensando más en atacar que en defender. Para destacar, toda la defensa anticipando, bien el medio y sobresaliente Cirigliano. Una leve mejoría en el Chori, aunque un poco tarde el reemplazo del final, cuando ya tenía el tanque vacío, por Funes Mori, otro en franca levantada . ¿No hubiera sido antinatural, con un hombre más, meter defensores para aferrarse al golcito? Ése era un motivo para crucificarlo a Almeyda, no ir a buscar el segundo.

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El empate impensado, un sapo difícil de digerir, pero que se lo puede comer hasta Casillas… no sólo la mala salida de Vega. A su favor cuenta una que sacó con los pies como último recurso en el primer tiempo y otra en la que le puso la nariz a los tapones de un rival con gran arrojo.

Habría que analizar, porque River no es sólido en defender cada centro que le llega por arriba. Insoluble problema en años. Ni con tres, cuatro o cinco en el área, hay garantías.
No mastico vidrios, ni la bronca me resbala. Ella habilita todo tipo de críticas. Que Passarella, que Almeyda, que el Chori, Cavenaghi, el “Indio”… En fin, a cada uno la impotencia y la frustración le pega de una manera distinta. No me gusta buscar chivos expiatorios, ni soy un negador. No voy a hablar contra la esperanza mientras se utilice el “exitismo” de un resultado como argumento. No voy a repetir como un loro “sabelotodo” malgastadas teorías freudianas… “miedo a ganar”, “narcisismos exagerados”, etc. Hay demasiada “sanata” pedagógica dando vueltas. Teóricas e inexistentes infalibilidades y axiomas de cómo “cerrar” un partido.

Todos tenemos la memoria fresca de cómo el Barcelona y el Madrid resignaron sus chances de ser finalistas en la Champions, luego de ir ganado 2-0. Ni que hablar del “gran previsor” Caruso, que la semana pasada se arrancó los pelos cuando Banfield le empató en el tercer minuto de descuento. ¿Quién tiene la llave mágica del cerrojo?

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A una semana de “héroes”, no le puede seguir otra de “antihéroes” o “inútiles”. Sencillamente, un increíble deporte llamado futbol, puede ofrecer finales de ciencia ficción que te pueden cagar la noche.

River no pudo cerrar un pleito absolutamente favorable. Sal pura. Baldazo de agua mar. No pudo, no supo, no le salió…Terminó jugando con cuatro delanteros. ¿No era así como nos gustaba verlo a River? ¿Yendo al frente? Se olvidó del último coletazo del “tiburón” y lo dio por muerto antes de tiempo. Se equivocó y punto. El que busque sangre, que se remita a las páginas policiales, no a mis crónicas. ¡Apocalipsis out!

Mi fe intacta para la finales que restan. Más que nunca, River… ¡Te quiero… igual!

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