Las cosquillas internas ya están en un proceso inevitable, y rebotan desde el corazón al estómago y se diversifican por todas las extremidades. El clima está instalado y se presenta por sí solo, como ocurre en la antesala de una cita muy pero muy grande de Copa Libertadores. River tiene por delante una especie de final anticipada en instancias de cuartos de final, y los hinchas vamos a palpitar esta serie como tal.
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Los últimos dos años han sido muy crueles para nuestros corazones porque sentimos que no solo en las grandes citas internacionales sino en varios partidos decisivos de otro orden el equipo no ha tenido un factor que es innegociable, que es el de la representatividad. Un factor que lleva consigo un grado de responsabilidad inmenso con el escudo y con el hincha en partes iguales, y es el que esta vez no puede volver a faltar.
Y la representatividad no solo se apunta a las decisiones técnicas y estratégicas , sino además al hecho de tener la concentración individual y la inteligencia plena en momentos calientes para no cometer errores que puedan otra vez costar muy caro. Aspectos que en todo su conjunto vivimos como ejemplos más claros contra Inter en Porto Alegre, Temperley en Mendoza, Talleres en Asunción, o Atlético Mineiro sobre todo en Belo Horizonte pero también en el Monumental donde casi no pateamos al arco.
Independientemente del resultado final, donde es una serie tan ganable como perdible sabiendo del rival y donde hilando fino quizás no seamos los favoritos de antemano para pasar a semis, me permito ser bastante optimista en el aspecto emocional del equipo. Porque, más allá de lo positivo que significa el hecho de haber perdido solamente dos partidos en todo el año, el plantel se ha nutrido en el último mercado de futbolistas que desde el carácter aportan un claro salto de calidad y que creo no se van a dejar pisar la cabeza por nadie. Y a eso se le suman jugadores de renombre para nuestra historia y de talla internacional.
¿Por qué podemos ser optimistas de cara a lo que viene?
Maxi Salas nos brinda la sensación de estar plenamente tallado para esta clase de partidos, porque juega como un toro y contagia al resto como ninguno desde la palabra y sobre todo desde las acciones. Rivero se ha mostrado como una fiera enjaulada y se ganó el lugar para jugar de titular ambos partidos, al igual que un Portillo que viene en alza y que por personalidad mostrada no se va a dejar llevar por delante. Y Acuña con su clase demencial va a hacer diferencia. Y Armani siempre es Armani en su torneo preferido. Y necesitaremos un Driussi bien iluminado. Y sabemos también que los corazones intactos de Enzo, Nacho y Cachete van a estar presentes para jugarlo como una final de tantas que han jugado.

La batalla será durísima de principio a fin, y como hinchas somos conscientes de las dificultades. ¿Preocupa que el equipo todavía no haya dado garantías plenas de funcionamiento contínuo a lo largo del 2025? Claro que sí, pero a estos jugadores y con el emblema de Marcelo Gallardo a la cabeza tenemos y debemos pedirles que saquen a relucir ese plus. Hubo otras épocas que eran realmente oscuras y con planteles que desde la gran mayoría de los apellidos realmente no se podía pedirles nada porque no estaban a la altura de este club. Pero hoy la realidad es muy distinta y sobran los futbolistas con calidad, comandados por el DT más influyente de nuestra historia. No hay excusas que valgan cuando finalice esta serie.
Se podrá ganar o perder, pero no se puede no sentirnos representados dentro de la cancha. Jueguen con sus corazones fusionados con los nuestros, y si eso pasa seguramente las chances de pasar aumentarán exponencialmente. Mañana casi 90000 en el Monumental, el miércoles las 2000 gargantas en la tribuna visitante de Brasil, y todos los que estarán pegados a la pantalla en los 180 minutos nos merecemos una gran alegría, y volver a sentir que realmente tenemos un equipo que puede estar para pelear todo lo que tenga por delante. Vamos carajo. Vamos.





