Adiós definitivo para River en un campeonato en el que lamentablemente nunca estuvo a la altura. Ganó solo 9 partidos sobre 23 disputados. Insolito. Números espantosos que describen el mal andar de este equipo durante todo el torneo. No solo reflejan un aspecto estadístico, también marcan un rendimiento futbolístico que fue muy pobre y en el cual no hubo capacidad ni funcionamiento para poder ganar más partidos. River fue este año un equipo lleno de dudas, confusiones y errores que se encargo de destruir cualquier tipo de ilusión a la que el hincha intentó aferrarse.
Flaquear en los partidos importantes
No dio la talla en Brasil en el partido de ida de las semifinales ante Mineiro, quedando afuera de una Libertadores sin grandes cucos y que se definía en casa. En la Liga pasó lo mismo. Después de conseguir tres victorias consecutivas (ante rivales menores) y darse algunos resultados negativos de los punteros, la gente empezó a mirar con cierto entusiasmo la posibilidad de pelear el torneo. Esa ilusión tuvo como respuesta la peor actuación futbolística, física y anímica de todo el año.
En Mendoza, y ante uno de los equipo mas flojos que participan del torneo como es Independiente de Rivadavia, el Millonario perdió feo. Jugando muy mal. Siendo un equipo pasivo, liviano y sin espíritu. Defraudó. No daba la sensación de estar jugándose el futuro del campeonato. No pudo superar a su adversario en ningun momento de los 90 minutos. Y eso molesta mucho más todavía porque significa que a este River cualquier “equipito” se le anima. Que todos son capaces de hacerle partido y hasta de poder ganarle como sucedió ayer.
Leandro González Pírez fue expulsado en medio de los incidentes en Mendoza.
Y si bien es cierto que hay errores y responsabilidad de Marcelo Gallardo, tanto en la formación inicial como en los cambios realizados, acá el diagnóstico parece ser muy claro: el plantel actual está integrado en su mayoría por discretísimos jugadores. Son contados con los dedos de la mano los futbolistas que de verdad tienen jerarquía para jugar en este club. Hay algunos de buenos momentos y que despues no logran sostenerse. Otros de pasado ilustre y un presente cuestionable. Hay muchos que cada partido que juegan con esta prestigiosa camiseta confirman que no tienen el nivel necesario para usarla.
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Franco Armani, el único a la altura
Ninguno de estos futbolistas actuales que jugaron anoche pueden ganarle “un pan y queso” a jugadores que hayan ocupado sus mismos puestos en años anteriores donde River haya sido un equipo competitivo. Y aquellos que se repiten en alguna formación histórica del pasado, hoy no llegan ni por asomo a tener rendimientos similares a los que mostraron en esas etapas. En Mendoza el único jugador que estuvo a la altura de lo que habia en disputa fue su arquero Franco Armani. Podemos sumar el orgullo y las ganas del Pity Martinez que sigue buscando su puesta a punto y mejor version. Nadie mas. El resto ninguno superó una calificación de 5 puntos y muchos rozan con el aplazo.
Armani se lució, pero no pudo sostener el empate él solo.
Voy a preservar por su juventud y su talento a Franco Mastantuono, para en este análisis individual no ponerlo en la misma bolsa que al resto cuando solo tiene 17 años. Distinto es el caso de Claudio Echeverri, a quien nuevamente le costó el partido. Es momento de evaluar que es lo mas beneficioso pensando en lo que viene. ¿Seguir poniendo de titular a un chico que está a pocas semanas de cumplir su sueño de irse a Europa y parece tener la cabeza puesta allá o poner al que decidió quedarse para seguir creciendo y formándose con estos colores? La respuesta parece sencilla, salvo que Gallardo y la dirigencia tengan la confirmacion de que Diablito se queda una temporada mas. Situación poco probable hasta el momento.
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No solo estuvieron desacertados durante el partido los que usaban la camiseta con banda roja. Tras el pitazo final siguieron cometiendo errores. Se enojaron con un adversario que supo provocarlos y calentar la noche con actitudes condenables dentro de la cancha. Y remarco lo del campo de juego porque fuera de el ya está condenado. Cuando la noche se puso picante se escapó. Los jugadores millonarios lo fueron a buscar sin saber que a su colega no le gusta pelear con hombres. Conociendo eso se hubiese evitado todo ese caos injustificable que sucedio con la derrota consumada.
Es hora de mover el mercado de pases
Hay necesidad de una renovación urgente. De salidas y llegadas en cantidad. Hay rostros que son la imagen de las derrotas importantes de los ultimos tiempos y ya cansaron. Se comieron a Demichelis y no puede pasarle lo mismo a Gallardo. River no se puede permitir un 2025 como este 2024. No consiguió ni un solo objetivo. Quizás la Supercopa Argentina frente a Estudiantes aquella noche en Córdoba y el gran triunfo ante Boca en La Bombonera sean las únicas lamparitas que generan un poco de luz en una temporada oscura. Poco. Muy poco. Que River termine el año haciendo cuentas para ver si logra clasificar a la Copa Libertadores que viene es un síntoma elocuente de que las cosas salieron mal.
River necesita una profunda renovación de cara al 2025.
Confiamos en Gallardo. Estamos seguros que tenemos al mejor arquitecto posible para diseñar y construir un equipo competitivo y ganador el próximo año. Nada mejor que su seriedad y sabiduria para llevar adelante un año que tiene que ser exitoso si o si. Para que eso suceda debe volver a ser él. Vi poco Gallardismo en esta versión 2024 de Gallardo. Posiblemente por haber asumido en medio de la competencia y con compromisos importantes en lo inmediato haya tenido que actuar de manera diferente a lo que él hubiese preferido. Este River suyo no se pareció en nada a aquellos que supo conducir y comandar.
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Debe imponer esa capacidad de convencer y exigir a los jugadores en la parte física, anímica y fútbolística. Sus equipos nunca fueron livianos, todo lo contrario, siempre se caracterizaron por ser intensos y agresivos. Nunca tocaban la pelota para atrás, siempre buscan el pase hacia adelante. Jamás trotaron la cancha, siempre corrían desde el primero hasta el último minuto. No se dejaban someter, eran los que sometían. Sus equipos no se resignaban porque siempre elegían creer. Y fundamentalmente no jugaban como este de ahora, aquellos jugaban bien de verdad y representaban a la gente. Deberá volver a ser ese DT que le saca ventaja al resto. Posiblemente la pretemporada de verano sea el punto de inicio ideal que pretende y el mercado de pases su sello distintivo. River precisa del mejor entrenador de su historia enchufado y muy metido para que las derrotas y decepciones se terminen de una vez por todas el 31 de diciembre de 2024.