Esta vez el título de la columna lo pone Marcelo Gallardo. Podíamos haber elegido otro, pero me gustó esta frase que utilizó el DT en conferencia de prensa para evaluar el presente futbolistico de su equipo. Me pareció real y acertada. River está en constante crecimiento desde el partido en Perú ante Universitario en su debut por Copa Libertadores. Aquella noche de Lima, aún con un segundo tiempo flojo, el Millonario empezó a mostrar algunos síntomas de lo que el entrenador trabaja y pretende para este año. Lo repitió ante Barcelona y Talleres a pesar de no haber ganado ninguno de esos dos encuentros. Quizás tuvo un retroceso en Junín ante Sarmiento pero aparecieron los goles y tuvo autoridad en La Plata con Gimnasia. Sin olvidar que mostró una buena reacción frente a Independiente del Valle en la altura de Quito. Todos fueron pasos importantes y válidos, pero sin dudas la gran prueba de fuego fue el Superclásico con Boca. Esa tarde River dió la cara, potenció su imagen y confirmó su crecimiento.
Ese envión anímico y futbolistico que te da una victoria merecida contra el rival de toda la vida se evidenció y se mantuvo en esta nueva presentación frente a Vélez Sarsfield. River siguió en la misma sintonía que el domingo anterior. Volvió a jugar un muy bien primer tiempo, fue contundente, convirtió 3 goles, y al igual que a Boca, lo pasó por arriba a Vélez. Decisión y convicción. Los jugadores salieron a jugar como si ya estuviesen en instancias de PlayOffs y ese partido era a todo o nada. Se los vió metidos y concentrados. Enfocados en ganar. El premio no era tan grande. Solo escalar una posición en la tabla y superar a Independiente para terminar segundo y no tercero. Sin embargo la intención de mantener el rendimiento y no apartarse del camino ganador parece haber sido la motivación más importante de esta última fecha que definía poco.
Es que el arranque del 2025 no fue bueno. Las expectativas del inicio eran grandes. Se buscaba archivar definitivamente un 2024 que nos dejó golpeados. Todo fue una sumatoria. El equipo no aparecía y el acumulado empezaba a ser un pesado lastre. Faltaba gol. No se convertía en los primeros tiempos. Se empataba mucho. Y se perdía la primera estrella del año en aquella Supercopa Internacional con Talleres. Si bien este trofeo era un objetivo menor dentro de esta temporada, las frustraciones recientes magníficaban aquella caída. Todo esto sucedió y fue real. El equipo no convencía y por eso es importante valorar el momento actual. River levantó su rendimiento. Se le abrió el arco. Gana jugando bien. Mejoró tanto su imagen que ahora, asi de golpe, muchos lo ven como el gran candidato a ganar este torneo.

Driussi sigue marcando y está en estado de gracia.
Desde aquí el mensaje es el mismo que cuando no salían las cosas: serenidad. Pueden ser tan tóxicas las críticas despiadadas en las malas como los elogios exagerados en las buenas. Como afirmó el Muñeco, River está en construcción y creciendo partido a partido. Por supuesto que da para ilusionarse pero que la euforia no sea oportunista, ni el triunfalismo sea desmedido como lo era aquel derrotismo que muchos ya querían imponer como una sentencia para el resto de la temporada. Lo positivo es que se llega a los duelos mano a mano y a la resolución del grupo inicial de Copa Libertadores en su mejor momento del año. Es la sensación que tenemos. River atraviesa un estado de gracia y felicidad que genera mucha influencia en el estado anímico de los jugadores y tambien de los hinchas.

ver también
Guillermo Barros Schelotto y otra frase desopilante sobre la goleada de River ante Vélez: “No nos…”
Se renovaron las energías
Hoy se respira otro clima. A jugadores que semana atrás se los cuestionaban con dureza, hoy se los valora un poco más. Es que el ganar jugando bien representa identificación en el paladar exigente de la gente que acompaña a este Club. Y cuando eso ocurre, los aplausos caen en cataratas. Así como en algun partido se escucharon silbidos, el hincha no duda en modificar su actitud si le gusta lo que ve dentro del campo de juego. Y eso claro que ayuda. El jugador se agranda y se ánima. Y cuando varios adquieren en simultáneo esa soltura, el equipo empieza a fluir y aparece el funcionamiento colectivo deseado. Por ejemplo el caso de Sebastian Driussi. Se sacó la pesada mochila de sentir que le cuentan los minutos en cancha sin goles, para convertirse en ese delantero que se acomodó al ámbito argentino y anota 4 goles en 4 partidos. El fútbol es un estado de ánimo. Las rachas existen. Y en este caso un gol desbloqueo la mente y provocó confianza. Seguramente Driussi no podrá mantener este promedio de un gol por partido, pero ahora ya no le pesará tanto en su ánimo el día que no pueda concretar las chances que tenga. Algo similar podemos mencionar de Nacho Fernández. Reprobado por la gente durante un 2024 deslucido, parecía quedar relegado en el plantel que disputaba la nueva temporada. Una noche apareció en Quito con su conocida preponderancia futbolistica. El equipo cambió con su presencia. Frente a Vélez confirmó su buen presente. Fue la figura de la cancha. Nos hizo acordar a esa vieja teoría del pasado que indicaba que si Nacho juega bien, River también. Por supuesto que será difícil que pueda volver a ser el jugador del 2018 y 2019, pero ahora seguramente se sienta más confiado y se convierta en un recambio importante para lo que viene. Debemos entender que es un futbolista que en este club la rompió toda y al que se puede criticar si actúa mal pero siempre teniendo memoria. Fernández se ganó el máximo respeto de todos hasta el último minuto que dispute en su vida con esta camiseta puesta.

Abrazo de gol bajo la lluvia: River ganó, gustó, goleó y ahora espera por Barracas.
En eso también anda Manuel Lanzini aunque lejos todavía de esa marcada mejora mencionada en sus compañeros. Milton Casco es otro que alterna buenas y malas. En Quito jugó muy mal y ante Vélez se lo vió pasar al ataque como en sus épocas doradas. Miguel Borja convive con murmullos y aplausos. Ya sabiendo su rol de suplente entra en los segundos tiempos a buscar su gol como único objetivo. Con Vélez lo logró de penal pero su ingreso no fue bueno. Da la sensación que la mentalidad del colombiano es hoy su principal adversario. Si logra enfocarse y estar tranquilo seguirá haciendo goles. Si perder la titularidad afecta para mal su ánimo la tendra complicada. Podríamos seguir repasando la lista de jugadores que están en deuda. Es amplia pero también es grande la esperanza de que encuentren inspiracion en los buenos ejemplos de sus compañeros y puedan empezar a rendir dentro de un contexto favorable como el que se está viviendo en este último mes.

ver también
Miguel Borja cantó al ritmo de los hinchas de River y fue viral: “Como te duele la c…”
Modo Copa activado
El viento a favor siempre ayuda y River deberá viajar a Guayaquil para acomodar su clasificación a la siguiente ronda de la Copa. Después volverá a Buenos Aires para jugar en casa ante Barracas Central su primera fase eliminatoria. Lo mismo sucederá la semana que viene cuando reciba a Independiente del Valle en el Monumental. Si logra clasificar en el torneo nacional, esperará también de local al ganador de Racing Club y Platense. Ese es el panorama de un equipo que ganó, goleó y gustó ante el Vélez de Guillermo Barros Schelotto que nuevamente fue derrotado por Marcelo Gallardo. Ambos técnicos se volvieron a encontrar después del 9 de diciembre del 2018 y el triunfo del Muñeco nuevamente fue categórico. Es cierto que pasaron mas de 6 años pero los recuerdos eran inevitables y aún están muy frescos. Era tanta la alegría que más de uno en la cancha pretendía que el VAR modifique el penal dado por Andrés Merlos o mire para un costado en el adelantamiento del arquero de Vélez cuando tapa el remate de Borja. Es que el 3 a 1 era un lindo resultado para rememorar Madrid y sentenciar un nuevo triunfo del Muñeco ante el Mellizo. No pudo ser lo folclórico. Esta vez hubo un gol mal y finalmente fue 4 a 1. La gente se fue festejando y cantando bajo la lluvia. La actitud del público durante el diluvio del segundo tiempo fue conmovedora. Tuvieron su recompensa con la victoria. Volvieron a sus casas felices y pasados de agua. Totalmente empapados por la lluvia de fútbol y goles que recibieron en la noche del domingo.





