La piel plenamente erizada es inevitable, y el hincha de River en los últimos tiempos sencillamente ha naturalizado lo extraordinario. Cualquier paneo del Monumental repleto genera sensaciones indescriptibles, y nunca podés dejar de sorprenderte. El alma y la fidelidad incondicional del hincha hace explotar los corazones de todo el mundo riverplatense, más allá de los rendimientos altos o bajos de cada jugador o del equipo, de las decisiones buenas o malas del entrenador, o del resultado obtenido cuando el árbitro pita el final.
Cada partido de local es una caricia suprema al alma, y una muestra de grandeza única en el mundo, que la marcan los números pero sobre todo un sentimiento que traspasa los sentidos y que también logra traspasar la pantalla y penetrar de lleno en el corazón de los que lo miran por algún dispositivo electrónico.
De buenas a primeras la capacidad aumentó un 29%, y pasamos de 66.000 a un poco más de 85 mil espectadores que dicen presente en cada partido, y camino a una cifra que será levemente superior a mitad de año con algunas reformas que faltan. Por eso los elogios llegan desde todas partes del mundo ahora que, definitivamente, River tiene el mejor estadio de Sudamérica y que el hincha lo engalana colmando cada lugar hasta volverse multitud y dejando bien en claro por qué somos el movimiento popular más grande del país.
“El estadio más temido de Sudamérica”, tituló más de un medio ni más ni menos que de un territorio como el de Brasil. Una absoluta revolución que llevó al equipo a construir un fuerte tremendo en la gran mayoría de las citas, generando entradas agotadas en decenas de partidos consecutivos y llegando en gran parte de ese período a la tremenda e histórica marca de 20 partidos seguidos ganados en casa.
Y sí, también somos la hinchada más masiva del mundo, y el inflador apuntando al pecho es tan merecido como inevitable. Así lo fuimos en todo 2023 y la tendencia marca que también lo seremos en 2024. Ni más ni menos que el equipo con el promedio más alto de hinchas alrededor del planeta, por encima de clubes como Barcelona, Borussia Dortmund y Bayern Munich, quienes aparecieron detrás en el listado de rankings generados en propio territorio europeo.
La fidelidad, el aliento y el espectáculo están plenamente garantizados. Aún en un contexto y una época tan áspera, en medio de una crisis económica que no encuentra equilibrio y del costo abrumador que implica desplazarse hasta el estadio, pagar la cuota y el abono o la entrada, y algo para comer o para tomar en el camino.
Y eso es triplemente meritorio, porque pareciera que no existen los obstáculos cuando en realidad hay miles de piedras en el camino, pero sabiendo siempre que al final del túnel todo se paga cuando sale el equipo a la cancha y suena el “River, mi buen amigo”, momento en el que todos los problemas quedan de lado y aparece el mundo perfecto e ideal para que la piel vibre en un ambiente multitudinario y sumamente placentero.
¿El fenómeno es nuevo? No, siempre River se destacó por tener una hinchada a la altura de su grandeza. Ha dado los mejores recibimientos de la historia y ha transformado al Monumental en un hervidero cada vez que el equipo necesitaba apoyo. Pero en los últimos años, aún con el aumento de la capacidad del estadio, los hinchas han sabido reinventarse y ofrecer su voz de aliento y su espectáculo en cada partido.
En medio de esa locura blanca y roja, se baten récords de asistencia y se desafían todas las leyes de la lógica. Los contratiempos no representan barreras para una pasión que sigue creciendo con el aumento de la capacidad del estadio y la grandeza del Millonario.
La fiesta y la organización en las tribunas
En la actualidad todo lo que concierne a la organización queda librado a la pura espontaneidad de las más de 87.000 almas que asisten partido a partido, salvo en los encuentros de mayor trascendencia donde la Subcomisión del Hincha con la ayuda de socios y no socios del club se encargan del cotillón y el colorido para las tribunas.
Sobre esta cuestión se ha generado una dicotomía en el último tiempo, ya que una porción de hinchas ha pedido en cancha y también en las redes sociales por el regreso de la barra brava, cuyos varios de sus miembros cuentan con derecho de admisión y desde fines del 2018 no ingresan al Monumental de forma organizada. El objetivo de la demanda es que haya una percusión más fuerte y coordinada en la popular, y eso contagie todavía más al resto de los espectadores mediante una conducción más clara. Siempre y cuando se cumpla con una regla que el hincha ya tiene clara hace muchos años: fiesta sí, violencia no.
El Monumental: un fuerte de lujo que intimida a los rivales
Hinchas y jugadores visitantes que marcan hasta el hartazgo el factor intimidante del nuevo estadio, reconociendo sin tapujos que fueron sorprendidos y abrumados por el ambiente. Periodistas y relatores le han sacado el jugo a los micrófonos para describir en sus programas el nivel de locura y pasión que baja desde esos cuatro costados rojos y blancos. Destacadas personalidades extranjeras de todos los ámbitos que partido a partido vienen a hacer informes sobre todo lo que genera el Monumental, o simplemente se emocionan por poder disfrutar de una experiencia que guardarán para siempre en sus recuerdos. Todo eso generó y genera el hincha de River a niveles extraordinarios de un tiempo a esta parte para las miradas del afuera.
Es por esto que una de las grandes decisiones que tomó River en los últimos años fue la de remodelar el Monumental. La ausencia de la pista de atletismo moviliza un poco a la nostalgia, pero indudablemente fue un factor clave para que la intimidación a los rivales sea aún más profunda. La ampliación del estadio era sumamente necesaria desde la modernización, y además aportó el ingrediente que faltaba para que podamos demostrar una vez más que el poder de nuestra grandeza no conoce de rivales.
Como dice el cantito: “los partidos se ganan dentro de la cancha y acá en los tablones”. En River de eso no hay duda y por tal motivo la hinchada representa un pilar fundamental, el motor de un Monumental que se enciende cada jornada para acompañar al equipo.