(Bahía Blanca – Enviado especial) River venció 2-1 a Olimpo y se despidió del año con un triunfo. Gallardo no dio indicios sobre su futuro inmediato, dejando en claro que necesita detenerse a pensar y descansar.

Los tres puntos viajarán a Núñez. River ganó en Bahía Blanca y cerró el 2016 con una alegría. Prolongó la felicidad después del título en la Copa Argentina mientras continúa en pie la incertidumbre sobre el futuro de Marcelo Gallardo. Es tiempo de reflexión tanto para el técnico, acerca de seguir o no, como el plantel, cuya misión, además de la Libertadores, será mejorar en el torneo local para dar pelea hasta el final.

Por lo pronto, River logró su meta principal de esta noche: se llevó la victoria. Le costó bastante e incluso empezó mal porque en apenas siete minutos se encontró 0-1, luego de que Rodrigo Caballuci sacara un zurdazo cruzado frente a Enrique Bologna, que tuvo su desquite antes de que concluyera la etapa inicial al ganarle un cara a cara. Sin embargo, el Millonario poco a poco creció hasta ejercer un protagonismo.

Con las pequeñas sociedades del medio hacia adelante, River comenzó a inclinar la balanza a su favor. Avisó mediante un zurdazo de Gonzalo Martínez en el travesaño y un par de acciones más. Pero la igualdad apareció a los 35 minutos, cuando Rodrigo Mora, de tarea interesante, envió un centro rasante desde la derecha para que Lucas Alario definiera entrando por el segundo palo.

Gracias a la Pulga más el aporte arriba del Pipa y Sebastián Driussi, el Millonario le quitó referencias a la defensa de Olimpo. Hubo movilidad, descargas, paredes y diferentes herramientas para que el juego fluyera, pese a que en un montón de oportunidades, a falta de espacio suficiente en el medio, los ataques terminaran en centros desde los costados.

La segunda parte, sin brillar, tuvo la iniciativa concreta de River. El pase fue el ABC para progresar, con algunos lanzamientos largos para sorprender de vez en cuando. Durante todo el partido River buscó ser directo, con una elaboración pausada cuando era necesario hallar un hueco y aceleración, aun a riesgo de fallar en la entrega, cuando había que desarmar la estructura local.

En ese contexto, después de una nueva tapada de Nereo Champagne a Alario, Driussi fue derribado dentro del área. El propio goleador del campeonato resolvió bien desde los doce pasos. A pocos minutos del cierre, River no corrió demasiado peligro. Batalló donde debía hacerlo. Jugó donde podía. Entendió que en esa cancha reducida era imperioso rechazar de una, negándole los rebotes a Olimpo. El rendimiento, sin nada extraordinario, fue positivo para ganar. Ahora es tiempo de reflexionar para Gallardo y para el propio plantel: necesita seguir sumando en el torneo doméstico.

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