Pese a que por cuarto partido consecutivo no pudo ganar en el Monumental, River pasó de una imagen opaca durante la etapa inicial a ser protagonista absoluto para conseguir el 1-1 frente a Lanús en el segundo tiempo, cuando mostró signos vitales desde lo futbolístico. Ahora, a defender la Sudamericana.

River se encuentra en un proceso de reconstrucción. Luego de sufrir varias bajas e incorporar jugadores, Marcelo Gallardo admitió la necesidad de recuperar la versión que tantos resultados logró e incluso brilló por momentos. Sabe que depende del trabajo semanal y, lógicamente, los rendimientos individuales para que el funcionamiento colectivo se consolide.

Mientras tanto, lejos de la punta, experimentó frente a Lanús. Rompió el doble cinco, relegando a Leonardo Ponzio para darle lugar a otro Leonardo: Pisculichi, de enganche. Y sin lucirse, el ex-Argentinos Juniors cumplió un papel interesante. El Muñeco requiere de la recuperación de una de sus piezas fetiche para luchar en el plano internacional.

Justamente, Pisculichi aportó acciones desequilibrantes en la Copa Sudamericana pasada y hoy ejecutó el tiro libre para que Rodrigo Mora señalara el 1-1 definitivo. La entrada del uruguayo acentuó la determinación que hubo en el complemento. Es que el Millonario fue de menor a mayor. Siempre exhibió la intención sana de brindarle un destino seguro al balón, aunque abusando del centro en la resolución.

Cuando menos lo esperaba, a pocos segundos de que finalizara el primer tiempo, Nicolás Aguirre puso en ventaja al Granate mediante un tiro libre perfecto. Inatajable, al ángulo superior derecho de Marcelo Barovero. ¿Qué hizo River hasta ese momento? Poco en lo ofensivo. Mostró criterio para manejar el balón y abrir la cancha, pero fue oscureciendo su labor a medida que se acercó al arco de enfrente. Le faltó romper por el medio, sin recursos desequilibrantes.

Para destacar la agresividad. River presionó cuando perdió el esférico. Estuvo concentrado. De a ratos, mutó de un 4-4-2 a un 4-2-1-3. Creció en la segunda parte. Incluso en la pelota parada, recurso en el que se impuso en escasas ocasiones, entre ellas el gol. Falta a Gonzalo Martínez, que igual quedó en deuda, ejecución de un comprometido Pisculichi y definición de Mora.

Matías Kranevitter se hizo patrón en el medio. Fue simple para distribuir. Anticipó cada posible contragolpe de un Lanús que decidió agruparse y explotar los espacios. Fue en vano. De esa manera, gracias al 5 tucumano, River contó con un respaldo en el círculo central. Fue a buscar los tres puntos con tanta decisión como actitud. Inquietó. Le rodeó la manzana a su rival.

Sin embargo, a River no le alcanzó para dar vuelta el resultado. Aun así, mejoró bastante. Dejó en evidencia signos vitales desde el punto de vista futbolístico. Todavía debe crecer. Necesita afianzar un funcionamiento e instalar una base en cuanto a nombres. Gallardo lo sabe. Como también sabe que en la Sudamericana, a partidos de ida y vuelta, promete ser durísimo para todos los adversarios.

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