River no jugaba bien, padecía cada pelota aérea que pasó cerca del arco de Barovero y ganaba en Mataderos porque contó con un Alario intratable, pero sobre el final redondeó una goleada fantástica. Triunfo clave para seguir en carrera y llegar con una sonrisa al Superclásico.
¡Menos mal que estuvo Alario! River no encontró el camino en grandes lapsos del duelo en Mataderos, donde Nueva Chicago complicó y mucho al campeón de América, que ganó casi exclusivamente por el centrodelantero.
La Banda arrancó mal, con un tiro en el travesaño por parte de los locales, que se acercaron con peligro de entrada. Pero Alario comenzó a marcar la diferencia luego de un gran pase de Javier Saviola: el delantero la paró de pecho, hizo pasar a dos rivales y, de volea, estampó el 1 a 0.
El partido pareció simplificarse para River con el segundo tanto del nueve, esta vez con un rebote oportuno. Pero Chicago no se rindió y, luego de un cabezazo al palo, encontró el descuento con un gol en contra de Jonatan Maidana.
Así se fue River al entretiempo. Sin jugar bien, pero con el resultado que le servía. El complemento fue un calvario en los primeros 20 minutos. Chicago estuvo a punto de empatarlo en tres oportunidades -hasta tuvo un mano a mano-, pero el campeón de América sostuvo la ventaja como pudo.
Hasta que llegó el héroe de la tarde, después de otra asistencia del Conejo, para sacar un derechazo fenomenal desde afuera del área y poner el 3 a 1. A gritarlo con todo, locura millonaria en Mataderos.
A partir de allí, River sí logró dominar a Chicago y justificar la victoria, que se aseguró con el golazo de Sebastián Driussi, otro que pide pista para jugar ante Boca el domingo que viene.
Tres puntos de oro. A seguir soñando. River puede ser campeón. Para ello deberá ganarle al rival de toda la vida. Como en la Sudamericana. Como en la Libertadores. Preparate, che bostero…