El Más Grande fue de menor a mayor, abrió la cuenta, amplió la diferencia y así venció 2-0 a Guaraní, por la semifinal de ida correspondiente a la Copa Libertadores de América. Con un empate en Paraguay le alcanzará para llegar a la instancia tan deseada.

El sueño está cerca de concretarse. River ganó en casa, no recibió goles y, por lo tanto, quedó a un paso de la final. Más allá del resultado a favor y de que incluso una paridad en el estadio Defensores del Chaco lo pondrá en la último fase, la chance de hacer un tanto fuera de casa le permitirá obligar a que su rival le gane por tres de diferencia. Sumanente tentador, sabiendo que una estrategia adecuada puede desesperar a Guaraní.

Lo cierto es que River fue de menor a mayor. Amén de una acción demasiado clara al principio, cuando Alfredo Aguilar se lució ante un cabezazo de Lucas Alario, previo centro de Rodrigo Mora, y luego Carlos Sánchez falló por la misma vía, el Millonario tuvo dificultades durante la etapa inicial. El circuito ofensivo careció de la coordinación necesaria para que las ideas interesantes hallaran el éxito. En ese contexto, Guaraní dio espacios. Desarrolló su propuesta, con más conceptos que precisión, haciendo que Marcelo Barovero fuera un espectador de lujo.

Luis González, cuya participación fue intermitente en el primer tiempo, salió antes de que comenzara la segunda parte. Adentro, Gonzalo Martínez, decisivo para esta ocasión. El Pity, también situado sobre la banda izquierda, al igual que Lucho, fue desequilibrante. Inquietó y provocó un tiro de esquina que él mismo ejecutó. Fue la primera pelota parada en la que River ganó. Alario bajó el balón y Gabriel Mercado, el hombre de los goles importantes, sacó un derechazo para el 1-0.

La ventaja le dio tranquilidad al conjunto que dirige Marcelo Gallardo. El técnico acertó con el cambio y su orientación táctica para poner al número 10 en el sitio indicado. A partir del tanto, el dominio se acentuó. El Más Grande asumió el protagonismo con mayor confianza. Borró de la cancha a su adversario. Ni siquiera lo dejó acercarse. Y, como si fuera poco, extendió el marcador a los 27 minutos, cuando Alario asistió a Mora para que brillara al picar la pelota por encima del arquero.

River ganó. Justificó la victoria. No sólo obtuvo el triunfo, sino que además lo hizo de manera categórica. Jamás sufrió en serio. Demostró que sabe jugar la Copa Libertadores con este plantel. El receso der ninguna forma afectó su solidez ni mucho menos la convicción e inteligencia para desplegar su premisa. Ahora, si en Asunción logra otro éxito o aunque sea la igualdad, alcanzará la final, luego de 19 años. El próximo martes tendrá su momento para conseguir el paso tan anhelado.

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