Con una gran producción ofensiva, el Millonario logró su sexta victoria consecutiva a nivel oficial al superar 4-2 a Melgar. Pese a que concedió algunas ventajas atrás, apostó a su desequilibrio colectivo e individual para alcanzar un nuevo triunfo.
Este River es implacable. Realmente parece un depredador futbolístico. Siempre piensa en el arco de enfrente, en desarmar a su rival desde todo punto de vista, incluso el anímico. Lo busca una y otra vez hasta doblegarlo. Como bien advirtió el arquero visitante Diego Penny, este River gana por demolición. Es capaz de asumir riesgos y termina triunfando porque conoce sus virtudes, le reduce el margen a sus defectos y tiene plena convicción en una idea.
La actuación de esta noche resume buena parte de la premisa que inculca Marcelo Gallardo. Porque si bien es cierto que sufrió más de la cuenta atrás, donde concedió algunas facilidades, sobre todo en el costado de Milton Casco, en el balance general fue muy superior al equipo peruano. Una vez que solucionó sus inconvenientes, especialmente tras revisarlos durante el entretiempo, ejerció un dominio enorme que inexorablemente le dio la victoria.
Aunque comenzó en desventaja, producto de una inspiración visitante sumada a un descuido en el fondo, River jamás sintió un golpe anímico. Al contrario, inmediatamente demostró que la fortaleza mental es una de las principales cualidades de esta versión 2017. Se animó a dejar espacios en el afán por hallar la igualdad y, como ya es habitual, obtuvo su recompensa sin demorarse demasiado.
Ignacio Fernández, figura de la noche, marcó el 1-1 mediante un taco, luego de que Lucas Martínez Quarta desbordara por la izquierda. Enseguida, Sebastián Driussi, asistido por Lucas Alario, dio vuelta el marcador. La reacción de Melgar causó sorpresa cuando Emanuel Herrera consiguió el 2-2 de cabeza, tras un centro de Hernán Hinostroza.
Ese inicio vibrante hubiera sido una preocupación en una serie eliminatoria, pero no en primera fase, por eso el Millonario no bajó los decibeles y llegó al 3-2 por una chilena de Martínez Quarta, abastecido por Nacho. De ahí en adelante, River poco a poco construyó un dominio abrumador para desarmar en todos los planos al conjunto incaico. Estuvo cerca del cuarto antes de irse al descanso, vital para renovar energías y barajar de nuevo para no sufrir atrás.
El segundo tiempo de River fue muy bueno. Exhibió el repertorio que muestra desde hace varios partidos. Con una tarea brillante de los volantes, partiendo de la inteligencia de Fernández, asumió un protagonismo propio de un monólogo. Como si fuera poco, la salida de Herrera, cuyo rendimiento generó inquietudes para la última línea local, le redujo posibilidades a Melgar. Y El Más Grande de ninguna manera perdonó: Nacho asistió a Driussi, la otra carta fundamental de la noche, para el 4-2.
Pese a que no pudo aumentar la diferencia en el marcador, River sí supo estirarla desde el juego. Melgar nunca más pudo arrimarse, mientras que el conjunto de Marcelo Gallardo se lució. Deleitó a los hinchas. Eligió bien cada pase, aprovechó los espacios para tener la pelota y pasó de un 4-4-2 inicial sin referencias en el medio -Fernández apareció por todos lados y Driussi desconcertó permanentemente- a un 4-3-3 muy ambicioso. Tan ambicioso como este River que arriesga y gana. Lleva seis triunfos al hilo y va por todo.
+ PUNTAJES: Jugador x Jugador.
+ GOLES: Las emociones del partidazo.
+ LA CRÓNICA: Así fue el triunfo frente a Melgar.
+ FOTOS: Las imágenes del encuentro.
+ SÍNTESIS: Las estadísticas del triunfo ante Melgar.
+ POSICIONES: El grupo en la Copa.
+ FIXTURE: Lo que sigue para River.