Sábado. 1.30 am, podría o debería estar en un bar con amigos pero no. Acá estoy, escribiendo una nota en La Página Millonaria. ¡Y no es mi horario de trabajo eh! Ojo, tampoco nadie me obligó o me pidió que escribiera algo en este momento. Pero lo necesité. Puse pausa en el capítulo de Ozark que estaba ‘mirando’ haciendo zapping con mi celular, y prendí la computadora.

Ya es 23 de septiembre. Un nuevo Superclásico se estará disputando en horas y vuelve a retumbar esa pregunta que me hago una y otra vez en momentos futbolísticos decisivos: ¿Por qué me gusta tanto este deporte que me estresa y juega con mi tensión? ¿Por qué no me gusta el rugby? No se enojen fanáticos de la ovalada, pero en serio, ¿qué es lo peor que le puede pasar a los Pumas contra los All Blacks? ¿Perder por veinte, treinta puntos? ¿Quién me va a cargar el lunes post fecha? ¿Un hincha del CASI o del SIC?

Porque seamos sinceros, ya es preocupante que siendo la 1 de la matina de un sábado, yo esté escribiendo una nota en la computadora, en vez de estar por el cuarto fernet debatiendo en la mesa de un bar con amigos si Breaking Bad es la mejor serie de la historia o no (NdeR: admito que voy por el segundo fernet, sí, sólo en mi casa, escena triste si las hay). Le di vueltas al asunto, una y otra vez, incluso me puse más profundo. Ok, dejemos al fútbol, ahondemos en mi fanatismo por un club que tiene compromisos de vital importancia y que mantiene al mundo atento. ¿Por qué me gusta tanto el fútbol, por qué estoy enamorado de River?

Y la respuesta cayó sola. Por ese abrazo con mi hermano en la Sívori cuando Pipino Cuevas dejó arrastrándose al Pato Abbondanzieri, el festejo desmedido junto a mi novia en el gol de Piscu por la Sudamericana 2014, el grito voraz golpeándome el pecho en el sector de Prensa del Monumental cuando Sánchez convirtió el penal ante Orión por la Libertadores, el orgullo que siento en cada banderazo donde le mostramos a la humanidad entera lo felices que somos por nuestros colores, el ver la cara atónita de los rivales en cada recibimiento Monumental que hacemos, el que parte de mi identidad sea River, porque mis familiares, mis amigos y conocidos saben que si algo pasa con River, algo pasa con Emma.

No tengo más nada que pensar, y quizás hace unos minutos me haya hecho por última vez la pregunta ‘¿Por qué me gusta tanto el fútbol?’, por River señores, amo a este deporte por River Plate.

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