Para sumar en la altura e incluso hacer historia, River no sólo necesitará dosificar energías y utilizarlas en las circunstancias indicadas, sino que también tendrá que aprovechar al máximo determinadas armas puntuales como la pelota parada y el remate desde media distancia.

La altura representa un desafío enorme cuando la ubicación supera los 2.500 metros sobre el nivel del mar. La presión atmosférica es menor, entonces al corazón le cuesta bombear sangre y, por lo tanto, disminuye la capacidad pulmonar causando que se dificulte la entrada de oxígeno. Cada cuerpo responde de forma diferente, aunque en líneas generales aquellos que no están acostumbrados a vivir más cerca de las nubes que de un océano sienten las consecuencias de manera inmediata, especialmente cuando hay una actividad deportiva de por medio.

Lo cierto es que River necesita sumar en La Paz. Para lograrlo deberá reducir el margen de error y no arriesgar más de la cuenta. Si bien es cierto que el ADN del Millonario exige protagonismo, el contexto realmente pesa mucho a la hora de visitar los 3.650 metros. Un esfuerzo innecesario o fuera del lugar adecuado puede ocasionar falta de aire enseguida, provocando ventajas físicas que en cuestión de segundos facilitarían la tarea rival. Es por eso que los dirigidos por Marcelo Gallardo deberán administrar bien los movimientos en la medida posible.

Aunque a muchos les resulte exagerado por jamás haber experimentado una visita elevada, los efectos de la altura son nocivos para quienes no se encuentran habituados. Desde la mencionada ausencia de oxígeno hasta náuseas y dolores de cabeza intensos, pasando por cuestiones estrictamente del juego como la potencia que reúne el balón en un remate o envío aéreo. La famosa frase de “la pelota no dobla” tiene cierta parte real porque es complicado que haga una comba.

¿Qué necesita el campeón de América para empatar o ganar? Aprovechar los recursos puntuales. Como un 0-0 es poco frecuenta cuando un equipo visita La Paz, hay que apostar a encontrar el gol de alguna manera. La pelota parada es fundamental. Más que una opción pasa a ser una prioridad, sobre todo teniendo en cuenta la sencillez con la que puede llegar al área. Es por eso que cada falta delante del medio campo hay que transformarla en una oportunidad de mandar a los zagueros a cabecear. Ni hablar cuando hay 35 metros o menos al arco: el tiro libre directo es una tentación inexorable, así como el remate de media distancia con balón en movimiento.

Por lo pronto, el Muñeco no confirmó la formación. Ni siquiera ensayó con ella. Hay varios nombres que parecen puestos: Marcelo Barovero, Gabriel Mercado, Emanuel Mammana, Leonel Vangioni, Camilo Mayada, Leonardo Ponzio -perdió en apenas una de sus cuatro excursiones en la altura y hasta ganó en el 2005 con la Selección-, Nicolás Domingo (supo ser local más de un año para Deportivo Cuenca, a 2.550 metros sobre el nivel del mar), Rodrigo Mora y Lucas Alario. La resistencia física es indispensable. La pegada fuerte de Ponzio puede abrir caminos, lo propio si Leonardo Pisculichi tiene acción. El propio Gonzalo Martínez, víctima habitual de las infracciones, ayudaría bastante. De eso se trata: sacarle rédito a los recursos ajenos al desarrollo.

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