Si hay un jugador que llegó a River, se puso la camiseta y rindió de inmediato es Braian Romero. Su caso hace acordar a los de Lucas Alario e Ignacio Scocco que con un puñado de entrenamientos el Muñeco los mandó a la cancha y respondieron con grandes rendimientos y goles muy rápidamente. Romero llegó al Millonario en el último mercado de pases desde Defensa y Justicia, la operación fue relámpago y el reemplazante de Rafael Santos Borré se convirtió jugador del club de sus amores de un día para el otro.
El delantero se sumó al final de pretemporada en Cardales y con un par de entrenamientos Marcelo Gallardo lo puso como titular en el partido de ida de los octavos de final de la Copa Libertadores ante Argentinos en Núñez y en aquella oportunidad brindó la asistencia del gol de Matías Suárez. Su partido soñado lo tuvo una semana más tarde en La Paternal: convirtió los dos goles del Millonario ante el Bicho y le dio la clasificación al equipo a los cuartos de final. El fin de semana posterior convirtió ante Unión por la Liga Profesional y también lo hizo en el empate ante Huracán por la cuarta fecha.
Una semana difícil y el desahogo
Tras el encuentro ante Huracán por la cuarta fecha de la Liga Profesional, River enfrentó a Boca por los octavos de final de la Copa Argentina en el Estadio Ciudad de La Plata. El duelo terminó 0 a 0, pero el equipo de Marcelo Gallardo fue claramente superior y tuvo las oportunidades de gol más claras, de hecho una estuvo en los pies de Romero que no pudo definir con el arco vacío. En los penales ganó el eterno rival y Braian falló el suyo. Es por eso que cuando convirtió ante Vélez –había tenido dos mano a mano claros- en el último minuto del partido y selló el triunfo ante los de Liniers, el grito de gol fue eufórico: el delantero se sacó la camiseta y se lo notó verdaderamente emocionado.