Finalmente, no se pudo, no hubo épica. River fue desde las ganas y desde la ambición, pero faltó el juego, el gol y el Millonario quedó eliminado de la Copa Libertadores. Una ilusión que finalmente no se dio y que, lamentablemente, dejó expuesto un grave error en la lectura del partido por parte de Marcelo Gallardo.

Tras el partido con Defensa y Justicia, el entrenador de la banda sostuvo que ni Franco Mastantuono ni Claudio Echeverri debían cargar con el equipo en sus hombros. Algo que finalmente terminó ocurriendo ya que los dos fueron los jugadores más importantes del Millonario.

Mastantuono buscó desiquilibrar constantemente. (LPM/DiegoHaliasz)

Con 32 minutos para cada uno, los pibes de River buscaron incansablemente descontar en el resultado y, pese a que no pudieron marcar, demostraron que tienen espalda para asumir un rol protagónico en la recta final de un Millonario que solo tendrá como objetivo clasificar a la Copa Libertadores 2025.

El gran ingreso de Claudio Echeverri

Un escalón más arriba que Mastantuono, el Diablito volvió a mostrar esa personalidad que tanto lo destacó en sus inicios y tuvo una chance clara de gol que Everson sacó de manera impresionante. Sumado a esto, el pibe solo erró dos pases de 19, tiró dos veces al arco y le taparon otros tres remates.

Claudio Echeverri tuvo un partido tremendo ante Mineiro. (LPM/Diego Haliasz)

Además, ganó en tres de los cuatro duelos que tuvo en esta media hora y metió cinco centros que lamentablemente no cayeron en la cabeza de ningún compañero. Un rendimiento que no terminó alcanzando para al menos descontar.

Franco Mastantuono y un partido a las apuradas

Si bien no fue el talentoso volante que es habitualmente, lo de Mastantuono tuvo más que ver con las ganas de cambiar el partido que con la tranquilidad. Con siete centros y solamente tres pases equívocos, la joya del Millonario se mostró siempre y al menos demostró compromiso.

Igualmente, a diferencia de Echeverri, en algo hay que darse la razón a Marcelo Gallardo: al pibe todavía le falta desarrollo físico y, en partidos tan trabados, esto se termina notando. Algo que ganará con el paso del tiempo y el crecimiento del cuerpo.