Muchas veces la carrera de los futbolistas atraviesan el famoso proceso de “barajar y dar de nuevo”, el de resetearse para volver a tomar impulso. Esequiel Barco está en un proceso de capa caída dentro de la cancha, y nada mejor que una final para volver a creer y empezar a volver a ser.

El mediapunta de River llega con cero goles en el año y bastante lejos de aquella versión explosiva y eficaz que supo construir cuando Martín Demichelis le dio más libertades para moverse por todo el frente de ataque sin estar tan encasillado a la raya, inclusive oficiando muchas veces como el conductor de juego del equipo.

Quizás aquellos dos penales fallados en Tucumán y toda la novela que se generó al respecto por la desobediencia que tuvo el futbolista con el DT hicieron algo de mella en su cabeza y su confianza. Porque, salvo algunos buenos pasajes en el partido contra Banfield que se jugó unos días después, en los últimos encuentros de River se lo ha notado hasta algo distraído y desenfocado.

Algo positivo dentro de este contexto de irregularidad en sus rendimientos es que, fiel a su estilo, nunca deja de insistir pidiendo la pelota y jamás se escondió a la hora de querer tenerla e intentar encarar. Él sabe mejor que nadie que ésa es la mejor fórmula para revertir el mal momento, y que en la balanza de la toma de sus decisiones con la pelota las positivas vuelvan a ganarle a las negativas en el balance final.

¿Por qué River lo necesita tanto en la final frente a Estudiantes?

River lo necesitará más que nunca en la final de mañana en Córdoba porque ante equipos tan duros y bien trabajados desde lo táctico, una de las mejores llaves para abrir esos partidos pasa por la gambeta y el desequilibrio individual. Alguien que rompa los esquemas. Y en ese aspecto del juego, ninguno puede aportar más velocidad y potencial que él.

Además su buena media distancia también puede ser un factor clave y determinante, más aún en un campo de juego ámplio donde se pueden encontrar los espacios entre líneas para tener el arco rival bien en la mira. Lo que queda claro es que Barco necesita un partido de quiebre positivo, y River también lo necesita para aumentar sus chances de ganar.