Antes de comenzar la temporada 2024, River ya tenía bien en claro que en la agenda había dos finales garantizadas. Y la primera de ellas, que será el miércoles por la noche en Córdoba por la Supercopa Argentina frente a Estudiantes, llega en un momento que no es definitorio desde lo deportivo, pero sí desde la imperiosa necesidad que el equipo pueda dar la talla en un partido pesado e importante.

Si bien el River de Martín Demichelis está puntero e invicto, todavía no puede convencer desde el juego y la identidad dentro de la cancha, y las pruebas más duras que ha tenido en el comienzo del año dejaron más dudas que certezas. Tanto en el Superclásico ante Boca, como en Córdoba ante Talleres y en Avellaneda frente a Independiente, que fueron las tres citas de mayor fuste, el denominador común fue no haber mantenido la ventaja obtenida y dejar muy malas imágenes en los segundos tiempos, desde varios bajos rendimientos individuales y también desde algunas decisiones del entrenador.

Por todo esto, sumado a que estamos a poco más de tres semanas del debut en la Libertadores que es el principal objetivo del año, River se juega mucho más que una final el miércoles. Porque en este contexto los factores de acomodar el rumbo futbolístico y alimentarse de confianza para lo duro que se viene suenan igual de importantes que la vuelta olímpica en sí, teniendo en cuenta que la trascendencia de este título por sí mismo no tiene demasiada relevancia. Por supuesto que ninguna final se subestima, pero en niveles deportivos es una estrella muy menor comparada con las otras competencias.

El factor físico, un gran punto a tener en cuenta

Mientras River desgastó la última semana a prácticamente todos sus titulares en la seguidilla por el torneo local, Estudiantes eligió guardar a su alineación inicial preferida de manera completa este fin de semana en la derrota que sufrieron ante Sarmiento. Sorprendió que jugadores como Borja y Paulo Díaz, uno que viene de una lesión y el otro que sufrió calambres hace una semana en Córdoba, no hayan descansado ni un minuto en los últimos dos partidos.

Es un factor importante a tener en cuenta además tomando como parámetro los bajones que viene teniendo River en las segundas mitades de los partidos, y agregando la particularidad que esta final en caso de terminar empatada en los 90 minutos irá al alargue y no directo a los penales, lo que significaría un desgaste mayor pensando a largo plazo dentro de la planificación del encuentro. Por eso será fundamental poder sacar diferencias en el resultado en la primera parte del juego, para poder dosificar las energías de otra manera.

Enzo Pérez y el factor del morbo

Por todo lo que significó su salida del club y también por lo que le dio a River a lo largo de su carrera, el otro gran foco de importancia estará puesto en la presencia de Enzo Pérez enfrentando a River como capitán del equipo rival en una final, y tan solo tres meses después de su partida. Una cuota de morbo inevitable, sumado a lo que podría significar que justo él levante la copa en caso de una derrota riverplatense.

La enorme posibilidad de levantar cabeza

El fútbol y sus calendarios muchas veces ponen encima del escenario una cita que inevitablemente marcará un antes y un después. Y sin dudas esta final contra Estudiantes tiene que servir como la gran inyección que estamos esperando. Después de jugar el partido más flojo del año en Avellaneda se acortan los márgenes de error en todo sentido, así como las excusas para justificar esta involución futbolística desde el inicio del año hasta el día de hoy.

La confianza debe estar intacta porque hay material de sobra para jugar mejor, y también para superar a un rival muy complicado que tiene oficio y muy buenos jugadores para hacernos la tarea difícil. Es la hora de despertar y de dar un gran golpe sobre la mesa. Vamos River con todo. ¡Vamos!