Partidazo para los neutrales. Para los hinchas de River claramente no. Fue un partido que provoca enojo. Mucho enojo. No tanto por el resultado. Un empate en Córdoba ante un rival como Talleres que juega bien no es tampoco para irritarse. Lo que genera bronca son las formas. Las maneras. Ver a River superado y haciendo las cosas mal, especialmente en los últimos 45 minutos, nos arruina cualquier noche.
Un primer tiempo a la altura en Córdoba
El primer tiempo fue correcto. Demichelis acertó con la formación inicial y puso en cancha lo que le pedía el partido. Así como armó un equipo ofensivo y audaz en el superclásico, esta vez diseñó una formación más equilibrada sabiendo que Talleres lo iba atacar mucho más que Boca (a decir verdad, casi todos los equipos lo atacan a River mas que Boca).
Pablo Solari anotó el 1-0 de River ante Talleres en Córdoba. (Foto: Getty).
Para beneficio de ese planteo original del entrenador, tuvo el arranque que todos sueñan. Un regalo del arquero Herrera al minuto para simplificar esa siempre difícil misión de hacer el primer gol y ponerse en ventaja. Luego llegó el cabezazo de Borja sobre el tramo final para ampliar el marcador en un partido que nunca resultó del todo cómodo.
El local siempre dio la sensación de ser más que el visitante. De imponer las condiciones del partido aun perdiendo. Porque ganaba en la posesión, jugaba en campo contrario y se acercaba con peligro al arco de Armani. Así y todo, River tuvo oportunidades hasta de poder conseguir un tercer gol. El mismo palo se lo negó primero a Borja y después a Villagra. Con un detalle: ambas jugadas fueron producto de una presión individual, de forzar el error al rival y no desde una elaboración o combinación futbolística.
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El equipo había tenido pocas de esas maniobras sin embargo nadie podía discutir la justicia de esa victoria parcial. Estaba bien Boselli en la función de controlar a Ramon Sosa, era buena la tarea de Villagra y Aliendro en la mitad de cancha y Borja le daba presencia ofensiva peligrosa. River, aun sin brillar, se iba al vestuario ganando y con la esperanza de aprovechar en el segundo tiempo la desesperación de un rival que seguramente jugaría apurado por su gente y por el reloj buscando un rápido descuento.
Todo se derrumbó en el segundo tiempo
Esa expectativa duró lo que duró el entretiempo. Solo eso. Al reanudarse el juego ya se podía intuir que se venía un complemento complicado. El equipo no se veía firme. Y en lugar de ver a un rival desesperado se lo veía enfocado y concentrado. Y mucho de eso era culpa de River. ¿Por qué? Porque le hizo fácil las cosas. River parece ser un equipo que no sabe ni está preparado para contragolpear.
Enzo Díaz tuvo un partido para el olvido en Córdoba. (Foto: Getty).
Celebro que el equipo no adopte como método frecuente esa postura de meterse atrás y apostar a una contra. No es el estilo que nos gusta. River cuando gana lo hace porque juega mejor que el rival. Por mostrar esa superioridad futbolística sobre el adversario y no por una jugada aislada. Pero toda regla tiene una excepción y si vas ganando de visitante ante un rival de jerarquía no es pecado tener afilado ese recurso válido que es aprovechar los espacios que puede dar un equipo volcado al ataque, para salir rápido de contra tomando buenas decisiones a la hora de finalizar la jugada.
El tema es que cada intento de contra fue mal ejecutado. Eso le daba tranquilidad a Talleres a la hora de tomar riesgos y de ir al frente, sabiendo que pocas veces lo lastimarían. Un equipo que tiene una ventaja de dos goles debe hacerse fuerte. En Córdoba esa diferencia se mostró frágil. Por eso no sorprendió el descuento y tampoco se necesitó tener una poderosa imaginación para darse cuenta de lo que podía suceder minutos después. A River le pasó lo mismo que hace una semana atrás en el partido con Boca. No supo aprovechar su momento favorable en el partido.
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Permitió que el rival creciera en su rendimiento y confianza para terminar sufriendo en el arco propio lo que no supo generar en el ajeno. Algunos jugadores empezaron a cansarse y perder influencia en el partido. Otros a sufrir molestias físicas que no le permitían estar plenos y también estaban aquellos que decididamente jugaban mal sin ninguna justificación.
Enzo Díaz, uno de los peores de la cancha
Es alarmante el nivel de Enzo Diaz. Desordenado para pasar al ataque, haciéndolo en momentos que no corresponde, sin lastimar nunca, regalando pelotas y dando ventajas defensivas en su sector. El 3 supo estar en el top 5 de figuras de ese gran equipo que fue el campeón 2023. Hoy es por lejos el peor jugador del equipo.
Por derecha la cosa tampoco mejora. Boselli es un central puesto de lateral para una función específica y cumple con eso. Herrera, en cambio, cuando juega no marca ni ataca. Mejor dicho ambas tareas las hace mal. Hoy River tiene serios problemas con los laterales. Si se compró a Sant’Anna es para ser titular y por eso debe jugar, aún con su error en el Superclásico a cuestas.
¿Qué pasa con Esequiel Barco?
Esequiel Barco es otro caso que preocupa. El ex Independiente también fue una figura destacada del River Campeón pero en este 2024 parece no mantener ninguna virtud de aquel 2023. Individualista, vueltero, poco productivo, sin pisar el área, no asiste ni hace goles. Estaba para salir pero no salió. Y ahí es cuando aparece la responsabilidad del técnico. Así como se habla de acierto en la formación inicial, también hay que decir que cuando tuvo que tomar decisiones (por ejemplo la de reemplazar a Barco) las hizo mal. Fueron equivocadas y negativas para el funcionamiento del equipo y el desarrollo del partido.
Barco sigue bajando su nivel y está lejos de ser la manija del equipo. (Getty)
Demichelis explicó en conferencia de prensa que los cambios fueron obligados por lesión y ante eso poco se puede analizar. El tema son los momentos. Desde la cabina, la tribuna y los sillones de cada hogar frente al televisor se veía que Solari caminaba la cancha desde los 25 minutos del primer tiempo. ¿Por qué se tardó tanto en sacarlo e insistir con un jugador que no desnivelaba por su dificultad física? River perdió fuego de ataque con un jugador en esas condiciones.
Lo mismo paso con Paulo Díaz. Es lógico dudar en sacar al mejor defensor que tiene hoy el fútbol argentino, pero se notaba que tenía alguna molestia física. De hecho terminó saliendo, pero muchos minutos después de lo que debía. Hasta queda la duda si la pelota que no corre ni va a buscar en el inicio de la jugada del segundo gol de Talleres fue justamente por ese problema fisico. El ingreso de Herrera pareció innecesario dado todo lo mencionado líneas más arriba sobre el presente del ex lateral de San Lorenzo.
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La línea de cinco defensores
La idea de armar una línea de 5 es un movimiento táctico valido y a veces necesario, pero en este caso no pareció lo más conveniente para el momento del partido. Sonaba más lógico el ingreso de Mastantuono. Tirarlo por derecha y que arranque de la posición de 8 para aprovechar ese tranco largo y la aceleración que tiene en los espacios que daba el rival por su postura ofensiva. Sin dudas el joven de 16 años hubiese sido una preocupación mayor para Talleres que la presencia de Herrera.
También fue tarde el ingreso de Echeverri. Muy tarde. El cuarto cambio y faltando solo 10 minutos cuando el partido ya estaba 2 a 2. Las características del Diablito eran ideales para buscar ese tercer gol que defina el partido y también para asustar o preocupar al rival con su movilidad y juego vertical a la espalda de los volantes asi estos no puedan soltarse tanto en ofensiva.
Pasando en limpio: Demichelis se equivocó. Tuvo responsabilidad en el flojo rendimiento del equipo en el segundo tiempo. Falló desde el banco cuando tenia que hacer una lectura acertada y a tiempo de sus jugadores y del partido. Errores que atentaron contra la victoria que debió conseguir. Porque si River va ganando 2 a 0 no puede bajo ninguna circunstancia dejar escapar el triunfo. Solo por el hecho de ser River.
Por eso el empate provoca tanta bronca. Porque además de ser el cuarto consecutivo se dio de una manera y una forma que no gusta ni se acepta. Porque como se explicó antes, un empate de visitante contra un buen equipo como Talleres puede suceder. Es un resultado posible. Lo que no se entiende es cómo se despilfarra una diferencia de 2 goles dando tantas ventajas. Ver a River jugando como jugó el segundo tiempo es lo que nos enoja. Y mucho!