Que feo fue lo de River. Una imagen de esas que nos dejan preocupados. Un mal partido frente a Independiente. En todo sentido. Futbolística, física y tácticamente superados. No hizo nunca pie en los 90 minutos. Esta vez ni siquiera tenemos un primer tiempo del cual aferrarnos. El equipo de Demichelis jugó mal de principio a fin. La noche de Avellaneda nos deja algunas certezas del momento oscuro que atraviesa el Millonario.
No es que perdió la pulseada contra un rival que es una máquina y viene causando sensación durante el torneo. Nada que ver. Al contrario. Tévez y sus futbolistas vienen siendo cuestionados, observados y haciendo una campaña discreta. Eso sí, contra River jugaron el partido de su vida. Y en eso intuyo que mucho tuvo que ver el propio River.
Versión light del equipo. Dando todas las ventajas defensivas posibles en el fondo. Sin presencia ni dinámica en la mitad de cancha. En ofensiva cada día más dependiente de Borja. No se exagera en afirmar que River no dio la talla. Que consiguió un empate pero que también pudo haber perdido.
La defensa preocupa cada vez más
Tiene un severo problema en los laterales. Herrera no mejora y Enzo Díaz empeora. Es irritable la facilidad con la que los desbordan. Frágiles e ingenuos en la marca. Cualquiera les saca un centro al área y además son inofensivos en ataque. Y en esa sintonía estuvo González Pirez. Que si bien suele cumplir en el último tiempo, cuando tiene noches como las del sábado es el peligro más grande que puede tener Armani.
¿Conclusión? Paulo Díaz juega por el 4, por el 2 y por el 3. El chileno se desdobla en tapar errores de sus compañeros y sostiene desde su ímpetu la única barrera de defensa que tiene el arco de River. Y no se exagera con este concepto. No existe oposición real a los ataques rivales. La mitad de cancha no tiene presencia. A veces por bajos rendimientos individuales y otras por mal parado colectivo.
Esta vez pasaron las 2 cosas. Ni Villagra ni Aliendro repitieron rendimientos como los que venían mostrando, ni Demichelis los ayudó con el armado y parado en el campo. Estuvieron solos y con hectáreas por cubrir. Hacia atrás y hacia adelante. River era ancho y largo. Nunca fue compacto ni se hizo fuerte en bloque. Corrían atrás de la pelota y salían de a uno. Mancuello, Marcone y Gonzalez encontraron espacios y tiempos para jugar y sentirse cómodos.
Los volantes ofensivos tampoco dieron la talla
Barco, Fernández y Echeverri más preocupados en la presión alta que en retroceder para colaborar con los cincos. Renglones más arriba ya se fue lo suficientemente claro en cuanto al rendimiento de los defensores. O sea, casi una misión imposible recuperar la pelota. Si el local no lastimaba era por errores y limitaciones propias. Nada tuvo que ver River en impedir eso. Era espectador de lujo. Llegaban tarde a la marca, no ganaban las divididas, salían de a uno, se exponían a la triangulación ajena y así fue como llego el gol de Avalos.
Desconectado y sin actitud. Tanto en los primeros 45 minutos como en el segundo tiempo. No había funcionamiento ni tampoco caracter. La falta de liderazgo es marcada. El líder es Nacho, que en esa intención de hacer todo no termina de hacer nada. La pide, se muestra, no se esconde nunca, consigue faltas, le habla al árbitro pero en cuanto a dar ordenes e indicaciones dentro del campo de juego para acomodar al equipo no parece tener demasiada injerencia en sus compañeros. La sensación es que además de encontrar un equipo hay que construir fortalezas anímicas para salir adelante en los momentos complicados que tienen los partidos.
Los cambios que generaron ilusión pero no funcionaron
El 4-2-3-1 fracasó y hubo que cambiar de ideas e interpretes. A la cancha Solari y Colidio para pasar a jugar 4-3-3. Tampoco funcionó. Es cierto que hubo mayor profundidad y hasta cierta sensación de peligro, pero el partido pedía un segunda punta cerca de Borja para picar a la espalda de los centrales rojos y no dos extremos que jugaban lejos uno de otro. Esa idea es útil para cuando toca abrir defensas cerradas y hacerse fuerte por las puntas generando espacios. No era lo que pasaba en la cancha.
River apenas si podía meter una contra y cuando lo hacía aparecían lejos unos de otros. A Independiente a lo largo del torneo lo lastimaron con juego directo. Con pelotas largas puestas a la espalda de Laso y Aguilar quienes suelen jugar lejos de Rey. Nadie se dio cuenta de eso. Se jugaba para los costados en vez de buscar esos huecos. La única vez que sucedió terminó con Marcone viendo la roja en un retroceso apurado.
Borja sigue en racha
Cuesta encontrar aspectos positivos. La racha de Borja quizás sea lo más destacable. El colombiano patea y aunque la pelota se vaya afuera puede terminar en gol. Está derecho, con el arco abierto y es motivo de rezos múltiples para que nunca se resfrié. Lo otro positivo puede ser mantener el invicto en el torneo y seguir en puestos de clasificación. Es válido y por supuesto sirve, pero tiene gusto a poco.
De estos 10 partidos en la Copa de la Liga, solo se ganaron cuatro. No alcanza. O mejor dicho sí. Por ahora alcanza. El problema es que siguiendo de esta manera, puede dejar de alcanzar en algún momento decisivo. De esos que no dan revancha. El técnico Millonario prefirió evitar los micrófonos después del partido. Sabe que está ante una semana delicada y prefiere enfocarse en lo que viene: el Estudiantes de Enzo Perez.
La final con Estudiantes, un partido bisagra para River
Un partido que tiene en juego una estrella pero que para River significa algo más que eso. Es un duelo que puede generar mucho daño interno. Remover heridas sin cicatrizar. Es un típico partido donde hay mucho más para perder que para ganar. Si se logra el triunfo, algunos se encargaran de bajarle el precio y afirmar que es una Copa menor. Ahora si pierde, esos mismos hablaran de la Supercopa como si fuera la Copa del Mundo y martillaran una y otra vez sobre el morbo de que Pérez le ganó el duelo a Demichelis.
Por eso es que ante tanto pronóstico de tormenta es que afirmamos que se juega por algo más que una Copa. Se juega por la estabilidad de un proyecto, por encontrar la paz necesaria para seguir adelante. Una victoria en Córdoba será sinónimo de tranquilidad. Una derrota puede dejar debilitado al entrenador. No está en riesgo su continuidad pero si se llegaría al inicio de la Libertadores con demasiados cuestionamientos que poco ayudan. Estará en el hincha ahora apoyar o reprobar.
Cada uno sabrá que es lo que siente y como desea expresarlo. Imposible juzgar al otro por lo que le pasa por dentro. Pero sí es seguro que los insultos, la crítica despiadada y el reproche excesivo perjudican a River en este momento. Nadie puede exigirle al hincha que actué de tal o cual forma. Si está claro que el aliento y apoyar en las malas puede ser un plus importante para un plantel y cuerpo técnico que saldrán a la cancha con el objetivo de darle un nuevo título a la institución.
No se trata mirar para el costado. Se trata de renovar la fe en los mismos protagonistas que el año pasado demostraron saber lo que se pretende y como provocar alegrías. La gente supo bancar en las malas y ser fiel en épocas más bravas. Por ese carril voy yo también. Nunca deberá desaparecer la crítica y en estas columnas se ha dicho más de una vez lo que gusta y lo que no de este ciclo.
Se marcó lo que se considera bueno y también lo malo, pero parece que si no se descalifica no se esta siendo lo suficientemente crítico. No coincido. Para quede bien claro: no me gusta el presente de River. No me llena, no me da satisfacción su rendimiento y viene sumando en este 2024 mas actuaciones negativas que positivas y eso, como a todos, me tiene preocupado.
Pero no me voy a meter en esa corriente destructiva. De arruinar a quienes hoy tienen que llevar este barco a buen puerto. No es sano para River buscar sangre todo el tiempo. No comulgo con esa energía negativa de esperar o desear una derrota para gozar de la crítica despiadada y agazapada. No. De ninguna manera. Una derrota sería perjudicial para River. Tampoco hay que decir que esta soleado cuando llueve intensamente. El análisis y la objetividad, aun en cuestiones de sentimiento, debe existir siempre. Por eso le repito lo mismo que al principio amigo… Tranquilos que peor que contra Independiente será difícil jugar.