River se complicó solo. Ahí está la principal explicación de este traspié inesperado. Facilitó la tarea para que Rosario Central ganara 1-0 luego de 22 años en Núñez. Hubo muchas equivocaciones que sirven para comprende el sorpresivo éxito de un rival de floja campaña y que esta mañana supo impedir que la cima del torneo se vistiera de rojo y blanco.

La tentación de llegar a la punta se desvaneció como si fuera un espejismo. Y la responsabilidad, sin restarle sus méritos a Central, fue de River. Es que Lucas Martínez Quarta, desconocido, cometió dos errores groseros. En el primero apareció Franco Armani para salvarlo ante Claudio Riaño, pero el siguiente terminó en gol de Lucas Gamba.

Más allá de esa acción tan puntual como determinante, hubo otros factores clave: desde la decisiones mal tomadas hasta la ausencia de claridad una vez que el marcador fue desfavorable. Ni siquiera el ingreso de Juan Fernando Quintero otorgó las ideas necesarias para romper el cerrojo de Rosario Central, cuyo plan de reducir espacios y contragolpear funcionó.

Exequiel Palacios fue el único protagonista que ofreció algo diferente. Tres pases filtrados de él podrían haber modificado el rumbo, pero Matías Suárez y compañía no pudieron aprovechar esos momentos de lucidez para vulnerar la seguridad del arquero Jeremías Ledesma, importante al negarle el gol a Javier Pinola, Rafael Borré e Ignacio Scocco.

Los cambios de Marcelo Gallardo tampoco entregaron soluciones, pese a que Lucas Pratto y Scocco entraron con más energía que la que les quedaba a Suárez y Borré. River pasó del dominio de la etapa inicial a la desesperación sin rumbo de la segunda parte. Tenía la oportunidad de superar la línea de Argentinos Juniors y Lanús para transformarse en líder. Se complicó solo...