River y Brasil han sido amigos bastantes cercanos en los últimos años. De la mano de Marcelo Gallardo la plaza del país brasileño ha dejado para el recuerdo no solo grandes victorias en copas internacionales, sino además partidos memorables desde la reacción, el funcionamiento, el convencimiento, y también el fuego sagrado que ha sabido rodear a este equipo a lo largo de los últimos años. La identidad madre que tanto orgullo genera en los hinchas ha florecidoen instancias y compromisos límites como el de esta noche frente a Atlético Mineiro en Belo Horizonte.
Sí, el 0-1 de la ida pegó duro en la moral por cómo se dio el partido en el Monumental,porque encima el gol fue de Nacho y porque perdimos a Enzo para esta noche que es nuestra gran bandera. Sí, enfrentaremos a un equipo que viene derecho por donde se lo mire, con gran poderío ofensivo y jugadores de notable calidad más allá de la ausencia del zurdo que brilló en River. Sí, hemos tenido muchos obstáculos en esta copa, desde bajos rendimientos hasta jugar partidos sin arquero, pasando por una clasificación con mucho sufrimiento y angustia a las series eliminatorias. Pero si algo nos ha caracterizado a lo largo de este tiempo es fortalecernos como nadie en las adversidades. En eso sí que no tenemos competencia, y mientras más focos desfavorables aparezcan, más inyecciones de energías tendremos encima para levantar cabeza.
Obviamente no hay que esquivar ciertos aspectos de la realidad que no juegan demasiado a favor en este contexto. Porque estrictamente desde lo futbolístico el River de hoy no ofrece las garantías de otras épocas, ni en ataque ni en defensa. Inclusive si lo comparamos con el que hace 8 meses atrás perdió de manera insólita las semifinales contra Palmeiras sabiéndose y sintiéndose superior a los brasileños que luego serían campeones de América.Si bien la dupla de marcadores centrales hoy se ve muy sólida y Armani suele aparecer en su máximo esplendor en las citas decisivas, el engranaje colectivo para recuperar la pelota en campo contrario y algunas desatenciones individuales están costando muy caras. Y asimismo, el problema de la baja efectividad de cara al arco contrario sigue siendo una alarma permanente y que genera muchas preocupaciones, más aún cuando se trata de series mano a mano tan cerradas donde los pequeños detalles o errores son absolutamente decisivos.
Pero también sabemos que este River estámuy preparado para revertir la eliminatoria y meterseen la quinta semifinal de América consecutiva. Porque se ganó el respeto absoluto de cada rincón del continente cuando afronta un partido decisivo, y eso puede jugarle muy a favor en la confianza propia y en la debilidad del rival. Porque tiene un DT extraterrestre que marca la diferencia desde la motivación y la estrategia, y más aún contra rivales a los que ya enfrentó y puede estudiarlos en primera persona. Porque los grandes líderes del vestuario no solo acompañaron al equipo en este viaje a Brasil y van a apoyar como nunca, sino porque además desde ellos se construye una pirámide que emana ese espíritu de hambre ganadora que no se apagó nunca a lo largo de este ciclo, ni siquiera desde la final de Madrid. Y porque el escudo de River acelera con la quinta a fondo cuando hay un equipo comprometido con la causa que además cuenta con el apoyo y la confianza incondicional de sus hinchas, que se hacen escuchar como nunca pese a lo más profundo de esta pandemia que parece interminable.
¡Vamos por otra victoria que quede en la historia en Brasil, nuestra tierra prometida de grandes hazañas! ¡Vamos a volver a demostrarles a todos los que nos dan por muertos que somos capaces de seguir despertando a tiempo de los grandes golpes! ¡Vamos River, unidos como siempre y creyendo en este equipo hasta las últimas consecuencias! ¡Vamos todavía!