Dos equivocaciones atrás dejaron a River sin nada frente a San Lorenzo. El Millonario no sólo cayó 1-2 en el Bajo Flores, sino que además desperdició la posibilidad de quedar como líder por al menos unas horas. ¿Habrá otra oportunidad de llegar a la punta?

La sensación de frustración es enorme en este momento. No hay cuentas ni especulaciones sobre resultados ajenos que alcancen para devolvernos la ilusión. Durante algunas horas será así, inexorablemente. River ni siquiera pudo sumar un punto que le permitiera ser líder de forma provisoria e igualar la línea de su eterno rival.

River de ninguna manera sintió presión, pero sí sufrió las diferentes circunstancias negativas que se le presentaron. Supo reponerse del primer revés, aunque no de la lesión de Sebastián Drussi ni del segundo tanto de San Lorenzo, tras un error de cálculo cometido por Augusto Batalla.

Marcelo Gallardo, fiel a su estilo, buscó una respuesta a través de los cambios. Sin embargo, las variantes tampoco estuvieron a la altura de las circunstancias. Fue una tarde de ésas en las que nada sale bien, propia de un partido torcido, por más planificación que hubiera.

Tres chances de gol tuvo River antes de que San Lorenzo golpeara en su primera posibilidad. A los 12 minutos, un lateral desde la derecha sirvió para que el brillante Fernando Belluschi asistiera a Nicolás Blandi con una enorme cuota de inteligencia y precisión para doblegar la presión ejercida por defensores y volantes: 0-1.

Lejos de entrar en un mar de interrogantes, el Millonario enseguida llegó al empate. Gonzalo Martínez envió un centro que fue interrumpido por una mano de Marcos Angeleri: penal y gol de Sebastián Driussi, 1-1. Pero el goleador, en una maniobra, luego sufrió un desgarro y cambió por completo el mapa de La Banda: Iván Alonso, de floja tarea, lo reemplazó.

Sin Lucas Alario, suspendido por cinco amarillas, ni Driussi, River tuvo anemia ofensiva. Dependió de las apariciones del Pity, quien estuvo cerca del segundo en dos oportunidades. El resto no se adaptó a la misma sintonía, más allá del ingenio de Ignacio Fernández y de la voluntad insuficiente de Carlos Auzqui.

Cuando iban nueve minutos del complemento, llegó el golpe más duro: Belluschi metió dos caños consecutivos, fue derribado y, producto del tiro libre frontal de dicha acción, llegó el centro que Batalla no logró rechazar. La pelota rebotó en el chileno Paulo Díaz y suavemente ingresó al arco, causando el segundo grito local.

El Muñeco, que dispuso un 4-3-3 inicial, arriesgó, se jugó a todo o nada: sacó a Ariel Rojas, puso a Marcelo Larrondo, de pobre actuación, y dejó un 4-2-4. En el medio, Nacho y Ponzio; adelante, por el centro, Alonso y Larrondo; por la derecha, Auzqui -desaprovechó un mano a mano inmejorable, defiinió mal tras hacer lo más difícil que era acomodarse- y en la izquierda, Martínez.

Totalmente jugado, River entró en un terreno peligroso. Si bien es cierto que la apuesta de Gallardo tuvo sustento táctico, los protagonistas carecieron de la precisión necesaria. El Más Grande no fue certero en los pases, equivocó caminos y quedó expuesto frente a un Cuervo cuya premisa era esperar detrás de la línea del balón para salir de contragolpe.

Esta vez no hubo recompensa ni por asomo. La única situación concreta se dio cuando Camilo Mayada ejecutó un tiro libre desde campo propio y la jugada culminó en cabezazo de Alonso a las manos de Nicolás Navarro. La realidad fue que San Lorenzo estuvo más cerca del tercero que River del 2-2. Ahora, a esperar resultados ajenos y levantarse dentro de 14 días.

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