Será eterna. Será inolvidable. Será para toda la vida. Y para todos los días. Porque se están cumpliendo dos años de la histórica final de la Copa Libertadores 2018 que River le ganó a Boca en el Santiago Bernabéu, pero es un triunfo que se goza todos los días, que nunca pierde vigencia. Es la carta que le pone fin a cualquier discusión porque no habrá nada igual a ese 9 de diciembre de 2018. Será imposible que se repitan la cantidad de condimentos que tuvo aquella definición que quedó en manos del equipo de Marcelo Gallardo.

Vendrán más superclásicos, pero ninguno podrá igualar al que El Más Grande demostró quién manda ante los ojos del mundo porque nadie se perdió esa revancha que se debía jugar en el Monumental y que River ganó a pesar de que le robaron esa posibilidad de coronarse en su estadio y con su gente. De hecho, el año pasado otra vez hubo un River-Boca en la semifinal de la Copa (la quinta eliminación en cinco años), pero igual nada supera a esos 120 minutos en Madrid con Benedetto sacando la lengua que después tuvo que morderse, con el Modo Oso activado, el zurdazo de Juanfer para dar vuelta la historia y la corrida interminable del Pity para desatar la locura.

Sin dudas, el Muñeco y ese grupo de futbolistas nos regaló la mayor alegría de nuestras vidas, que al mismo tiempo -como rezaba un trapo en el Monumental- es la peor desgracia en la historia de Boca. No hay día de los últimos 730 en que no la recordemos, en que se nos cruce por la cabeza un momento, un gol, una jugada, un detalle... Ese 9 de diciembre de 2018 es de esos días en los que sabemos qué estábamos haciendo en cada momento clave de esa final. Lo tenemos grabado para siempre y nadie nos lo podrá quitar.


 

Este segundo aniversario servirá para seguir gozando y festejando. La maldita pandemia nos tiene alejados de las tribunas, pero el ingenio siempre encuentra la manera de hacernos vivir de cerca la pasión que llevamos dentro y por eso será en la caravana del Obelisco al Monumental o las que se armaron en muchas ciudades para recorrer las calles y volver a gritar a los cuatro vientos para que todos sepan quién es el más grande de la historia.