River sigue dejando pasar oportunidades mientras el campeonato avanza. Cuando el equipo tenía la posibilidad de confirmar la levantada ante Sarmiento de Junín en el Monumental, otra vez involuciona. Y esa involución se ve en las dos áreas, porque regaló dos goles en el primer tiempo cuando el rival no había un solo mérito para estar en ventaja y después nunca supo encontrar los caminos y terminó cayendo en el embudo que propuso el equipo visitante, cubriendo el ancho del campo y cerrando los pases internos.
De esta derrota se desprenden muchos análisis y cada uno irá variando según la visión del hincha que opine, pero la fragilidad defensiva es algo en lo que seguramente coincidirán todos: recibió 12 goles en 11 partidos en la actual Liga Profesional (es decir, más goles encajados que encuentros jugados) y en la mayoría de ellos hay errores reincidentes a nivel individual y también colectivo. El primer masazo de la noche llegó a los 31 minutos del primer tiempo, producto de una serie de desacoples de la zaga central.
De un lateral en mitad de cancha, la pelota le terminó quedando a Fernando Martínez en el círculo central. Al ver a la defensa desguarnecida, metió el pase entre líneas, Mammana se atolondró al dar el paso hacia adelante y Mainero terminó escabuyéndose a espaldas de Martínez para correr mano a mano y definir ante la salida de Franco Armani, protagonista (para mal) del segundo tanto del Verde.
Un rato después, Federico Andueza saltó más alto que su marca (Elías Gómez), cabeceó de contrapique al piso y la pelota terminó metiéndose en el arco, después de que Armani amagara a salir y terminara retrocediendo sobre la marcha. River nuevamente le dejó las cosas servidas en bandeja al rival y se vio obligado a “remarla” en desventaja desde muy temprano y contra un equipo que no había hecho absolutamente nada para estar arriba en el marcador. Muy difícil así…