"Nada es para siempre". La frase de Marcelo Gallardo causó ruido durante la conferencia de prensa que brindó el miércoles en el predio de Ezeiza, debido a que se temió por su continuidad. Sin embargo, ese testimonio bien sirve para definir lo que ocurrió con la racha récord de River porque en Santa Fe dejó una serie de 32 partidos sin caídas, compuesta por 21 triunfos y 11 empates. Un descuido hizo que Colón aprovechara los errores de un tiro de esquina para marcar el único gol de la noche mediante el ingresado Gonzalo Bueno.

 

Lo cierto es que River, con muchos suplentes, exhibió un nivel irregular. Empezó bien, disminuyó su rendimiento, contó con el guiño del poste derecho para salvarse en dos oportunidades y creció ampliamente en el segundo tiempo. Poco a poco comenzó a manejar el desarrollo gracias al gran trabajo colectivo en materia de presión, ocupación de los espacios, agresividad para ganar en las pelotas divididas y recuperación.

Sin embargo, esa tarea positiva no se pudo traducir en el marcador. Así como un palo evitó que Colón se pusiera en ventaja a través de los remates de Tomás Chancalay y Gustavo Toledo, el arquero uruguayo Leonardo Burián -fue dirigido por el Muñeco en Nacional de Montevideo- le negó el grito en un lapso de tres minutos a Rodrigo Mora, Nicolás De La Cruz y Lucas Martínez Quarta. A falta de ingenio ofensivo ante un Sabalero ordenado y sólido, la pelota parada fue un recurso clave para inquietar. Paradójicamente, esa vía le dio la victoria al dueño de casa luego de una sucesión de descuidos.

A nivel individual, hay que destacar el desempeño de Bruno Zuculini como reemplazante de Leonardo Ponzio, pero fue preocupante el aporte de Mora, mientras que Lucas Pratto fue de mayor a menor y los cambios no fueron suficientes. La noche tranquilamente podría haber dejado un empate en Santa Fe, aunque Colón supo anularle los circuitos de ataque a un River alternativo que pagó cara una serie de distracciones y, a raíz de eso, perdió oficialmente después de 237 días.