El campeón de América ofreció una versión completamente desdibujada. No estuvo fuerte en defensa ni tampoco en ataque, concedió facilidades y cayó 0-2 ante Independiente del Valle, por el partido de ida correspondiente a los octavos de final de la Copa Libertadores.

La serie de ninguna manera está perdida, hay que tener esperanzas de cara al próximo miércoles. Pero, como consecuencia del resultado y la ausencia de al menos un gol en condición de visitante, River quedó complicado porque tendrá que lastimar sin descuidarse. Hoy exhibió un rendimiento pobre en los 2.850 metros de altura sobre el nivel del mar que hay en Quito, donde ese inexorable factor externo generó algunas dificultades en jugadas puntuales, aunque lejos de ser una excusa para justificar el flojo desempeño y el traspié por dos tantos de diferencia.

River fue un equipo largo, desdibujado, demasiado desorientado. Existen pocos caminos para afrontar un compromiso más cerca de las nubes que del océano. Uno de ellos es agruparse en el fondo, reducirle lugar al rival, cortar el circuito de juego y salir de contragolpe para aprovechar los espacios lógicos. Otro puede ser la lucha en el medio campo para avanzar paulatinamente y generar pelotas paradas. El ataque, golpe por golpe, más allá de la historia de un gigante es una alternativa arriesgada para cualquier conjunto sin costumbre en la altura. En ese contexto, el Millonario no se hizo fuerte en ninguna de las variantes, como si hubiera salido sin argumentos claros.

Para afrontar el partido ante Independiente del Valle, Marcelo Gallardo eligió un 4-4-1-1 que por momentos mutó en 4-2-3-1. Sin Rodrigo Mora ni Lucas Alario entre los once, debido a que el Muñeco prefirió apostar a la experiencia de Iván Alonso como única referencia arriba y Sebastián Driussi -se desdobló para colaborar en la marca y también llegar, pero sin acertar en esto último- sobre la banda izquierda, River estuvo lejos del área durante casi todo el primer tiempo. Sin tenencia de la pelota, producto de fallas pequeñas, aunque fallas al fin, en la distribución y la contención, el campeón de América quedó largo, con muchos espacios.

Pese a los problemas mencionados, River logró irse al descanso en paridad. Independiente del Valle no supo traducir en el marcador la superioridad durante el desarrollo. Inquietó a través de centros cruzados, mientras que La Banda tan sólo se asomó cuando Andrés D’Alessandro le puso dos pelotas muy buenas a un Driussi de labor insuficiente en ataque. Pero el Cabezón no formó parte del complemento y en su lugar entró Rodrigo Mora. Como siempre, el uruguayo exigió a los defensores rivales. Gracias a su esfuerzo e inteligencia, el Millonario maquilló defectos. Comenzó a tener el balón con mayor frecuencia y duración, la ilusión estaba intacta hasta que llegó el primer golpe. Gabriel Mercado, de pobre nivel, falló, Jonatan Maidana no cruzó a tiempo y José Angulo definió con un potente tiro para darle la ventaja al local.

La conquista ecuatoriana no derrumbó a River. De hecho, los cambios -adentro, Lucas Alario y Lucho González- revitalizaron al campeón. Había dos recursos indispensables para soñar: la media distancia y la pelota parada, poco presente hasta entonces. El Más Grande se dio cuenta que cada infracción recibida al superar el círculo central era clave. Así empezó a empujar, con más ganas que fútbol. Estaba en partido y se permitía pensar en rescatar un punto. Pero un error fino del segundo asistente (Guillermo Dias Camilo, de Brasil) impidió que Alario celebrara, debido a que el juez entendió que se encontraba en offside. El propio también desperdició un cabezazo en una zona privilegiada.

Como suele ocurrir, el adversario no perdonó: Eder Álvarez Balanta se equivocó, Maidana cometió un penal y Junior Sornoza lo convirtió en gol para el 2-0 final. Un resultado muy duro para River, que deberá ser tan voraz como contundente en el Monumental, donde al mismo tiempo tendrá que exhibir solidez defensiva para evitar que la vara se eleve. De ninguna manera es imposible. Gallardo confía en revertir la serie. Aunque está claro que el funcionamiento necesita un salto de calidad para poder pensar en lograr la clasificación a los cuartos de final de la Libertadores.

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