Veo veo, ¿qué ves? Que volvimos a repetir el final de cuento de los últimos años, en todos los aspectos.
Por un lado, el factor nacional. Empate de local con Argentinos ganando 1-0. Apática igualdad con un Tigre que no le ganaba a nadie. Insólito 2-2 contra los tucumanos, ganando 2-0 en casa. Caída horripilante contra NOB en Núñez. Otra derrota dolorosa en el clásico, por una roja muy tonta y una distracción imperdonable. Empate ridículo contra un Chacarita que se arrastró todo el torneo. Papelón absoluto en Liniers jugando el peor fútbol de los últimos años.
Creer que la entrada a la próxima Libertadores la perdimos en Santa Fe por las chances inmejorables que no metieron Scocco y Borré es un absurdo total, y es negar la realidad. No merecíamos clasificar, y si tuvimos una mínima chance fue por un sprint milagroso post Supercopa, con el envión de la confianza. Si algo aprendimos de Gallardo es que nunca hay que subestimarlo, pero temo que tarde o temprano se va a romper la soga de la cual estamos tirando en cada torneo local que pasa, y (ojalá que no) quizás vamos a tener que soportar un año entero sin viajar fuera del país para tomar conciencia de que no se puede caminar tanto por el precipicio.
Por el otro, el factor internacional. Donde nos florecen todas las garantías y las seguridades. Si bien nunca hubo fútbol de alto vuelo y el pase a octavos se consolidó gracias a la jerarquía individual de la columna vertebral (Armani-Maidana-Pinola-Ponzio-Quintero-Pratto), siempre tuvimos la sensación que en el Monumental tarde o temprano lo podíamos ganar, y que de visitante lo podíamos aguantar o remontar. Haber sumado puntos en todas las canchas y clasificar una fecha antes fue un mérito enorme, y una muestra de que este año el equipo tiene herramientas de recambio en todos los puestos claves para afrontar la etapa decisiva.
En el mercado de pases de invierno anterior menospreciamos el arco, perdimos a la que era la mejor dupla ofensiva de América, y no le brindamos la merecida compañía a un Scocco que fue un superhéroe total pero que solo no pudo. Ojalá en este mercado no pase nada raro. Si sabemos que Armani y Quintero van a ir al Mundial, al primero hay que blindarlo con una cláusula multimillonaria y al segundo hay que comprarlo cuanto antes.
Y por último, el factor Mendoza. El quiebre mental de un lado y del otro. El del invicto de 14 partidos por aquí, y también el de los nervios y la desesperación por allá. Con un DT que no para de hablar de nosotros, un capitán que los puteó en su casa y en sus caras mientras festejaba el gol del campeonato, y un ídolo de cartón que después de sus vacaciones chinas no apareció en ningún partido determinante. Una vez más el General Marcelo los dejó celebrando una vuelta olímpica con la frente baja, y asomando sus cabezas por alguna alcantarilla cercana al Riachuelo.
Veo veo, ¿Qué ves? Una cosa. ¿Qué es? Que la historia se repite otra vez, los volvimos a (ya saben qué).
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