“Una vez por semana, el hincha de River huye de su casa y asiste al estadio; la ciudad desaparece, la rutina se olvida, sólo existe El Monumental. En este espacio sagrado, la única religión que no tiene ateos exhibe a sus divinidades. Aunque el hincha puede contemplar el milagro más cómodamente, en la pantalla de la tele, prefiere emprender la peregrinación hacia este lugar donde puede ver en carne y hueso a sus ángeles batiéndose a duelo contra los demonios de turno. Aquí, el hincha agita el pañuelo, traga saliva, glup, traga veneno, se come la gorra, susurra plegarias y maldiciones y de pronto se rompe la garganta en una ovación y salta como pulga abrazando al desconocido que grita el gol a su lado. Mientras dura la misa pagana, el hincha es muchos. Con miles de devotos comparte la certeza de que somos los mejores, todos los árbitros están vendidos, todos los rivales son tramposos. Rara vez el hincha dice: “Hoy juega mi club”. Más bien dice: “Hoy jugamos nosotros”. Cuando el partido concluye, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra su victoria: “Qué goleada les hicimos, qué paliza les dimos”. O llora su derrota: “Otra vez nos estafaron, juez ladrón”. Y entonces el sol se va y el hincha se va.El estadio se queda solo y también el hincha regresa a su soledad. El hincha se aleja, se dispersa, se pierde, y el domingo es melancólico como un Miércoles de Cenizas después de la muerte del Carnaval”.
Me tomé el atrevimiento y hasta la osadía de filtrar y editar partes del mítico texto de Eduardo Galeano: ‘El hincha’. Cada vez que lo leo me veo a mi y a los millones de hinchas de River que están orgullosos de pertenecer a este club. Unidos en las alegrías, en las tristezas, sin importar el lugar de origen, la posición socio-económica y hasta la ideología religiosa, política o sexual. Decir ‘somos River’ encierra muchos términos que atraviesan preconceptos y los dejan aniquilados, fuera de órbita bajo el mandatario superior que significa ser de River.
En el mundo hay incontables hinchas de equipos. Todos podrán dar sus razones de por qué eligieron a ese club para entregarle su amor eterno, un legado familiar, un lazo de ubicación, enamoramiento por los colores, y todo será válido. No propongo juzgar las elecciones de los otros, sino vanagloriar y celebrar lo dichosos y afortunados que somos al haber elegido y/o heredado ser hinchas de River.
Respecto al legado familiar. sobre esto se manifiesta con La Página MillonariaDiego Borinsky, periodista y escritor que tiene en su haber dos libros biográficos sobre Marcelo Gallardo: “En mi caso empecé a ir a la cancha con mi papá con 7 añosen 1975. Cada vez que iba al Monumental para mi era un mundo impresionante, subir las escaleras de la Belgrano y ver la cancha”. Con la misma herencia el escritor de ‘Ser de River’ y ‘La final de nuestras vidas’ entre otros, Andrés Burgo, relató cómo su lazo con el Millonario fue algo clave en su relación con su padre: “Yo elegí ser hincha de River, pero bastante inducido porque mi viejo era de River. Fue una forma de estar con mi papá, un viaje que empecé con mi viejo, que falleció pero así yo sigo estando con él. Sigo en ese viaje con amigos y quiero hacer con mi hijo y qué siga haciéndolo conmigo cuando yo ya no esté“.
Si bien el legado familiar es algo muy común a la hora de elegir un equipo, sobre todo en nuestro país, la realidad es que hay un porcentaje de hinchas que no cuentan con esa figura paterna u optan por un equipo distinto, ¿por qué? A medida que nos formamos como personas vamos tomando decisiones y alineándonos con filosofías de vida que ponderamos para nuestros estándares y códigos. En nuestro caso, la que engloba la Filosofía River. Esa que se forma con los objetivos de crecer, trabajar, desarrollarse, vivir la victoria en un proceso de educación interna y también externa (enseñar los valores para que se continúe en la posteridad con esa cultura).
Y actualmente estamos viviendo el summumconel ejemplo empírico más contundente que podríamos tener al ostentar a Marcelo Gallardo como nuestro líder. “El momento institucional y futbolístico que vivimos guarda total empatía con su historia y es reflejada en la trayectoria de Marcelo: formado en el club, triunfador como jugador y DT. Y lo hace con total virtud, en el sentido amplio del concepto: más allá de los resultados, que están a la vista, se despliega con coherencia entre prácticas, valores y la palabra“, comenta el Doctor en Sociología Rodrigo Daskal. Borinsky sostiene la importancia de la figura de Napoleón como representación fundamental del hincha de River: “Viví la etapa de Ramón, la de Labruna cuando era pibe y es increíble lo que transmite Gallardo, me parece que no hubo nunca en la historia ni va a haber un tipo que genere tanta unanimidad en el hincha de River, tanto amor y tanta identificación. Por un lado están todas las alegrías que diodespués de todo lo que sufrió la gente y consiguiendo cosas que históricamente River no había tenido, pero además la forma de declarar, lo que dice, cómo lo dice, cómo se involucra con el club, con las inferiores, eso genera un orgullo triple”.
La fiesta siempre es de la hinchada de River
Las victorias son el puntapié y cimiento para que el nombre Marcelo Gallardo pase a la historia de River; su personalidad, sus valores, carisma y proceso educativo y de evolución para el Club, son los hitos que lo inmortalizan como prócer. “Esto se dio a partir de las malas y luego con las super buenas. Con el Gallardismo llevó a una explosión vital que no sési es el más lindo de la historia pero seguro que es el más ganador”, clarifica Burgo poniendo sobre la mesa el término ‘Gallardismo’.
“El hincha quiere que gane su equipo, pero encima cuando ve que el conduce tiene esas actitudes y modo de pararse ante la vida, genera un orgullo tremendo que sea él quien conduce el barco”, cierra Borinsky. River tiene una historia gigante desde sus inicios y los valores que hoy nos unen se formaron desde su origen. Podemos disfrutarlos hoy en día con la exaltación de los mismos por tener a Gallardo en esta era, pero queda claro que ser hincha de River trasciende a un campo de juego y a cualquier nombre, somos hinchas del River de 1901, del de La Máquina, del de los 18 años de sequía, del del Beto y la pelota naranja, del Campeón del Mundo en Japón 86, del del descenso y del de la gloria eterna, ¡qué lindo es ser de River!