logotipo del encabezado

Para aquel niño, este amigo... Hinchada hay una sola

Hinchada hay una sola

pablo-desimone

La patria es la infancia, he escuchado por allí por algún intelectual. Frase que me seduce por cierto. ¿Y qué hay con la amistad y la infancia? ¿Existe un tiempo de mayor espontaneidad y pureza para “ser amigo” que la tan mentada “edad de la inocencia”? Para aquel niño hubo un día en que quedó cincelada en su memoria insobornable y feliz de chiquilín, el sentimiento de hincha de River. Había nacido la pertenencia, sin que uno se enterara. Un afecto capaz de parir al mundo, únicamente, cuando uno se siente absolutamente maravillado por primera vez por la fiesta popular que siempre, pero siempre, sabe proponer la hinchada de la banda roja.

Esa primera vez, que hoy no sé si podría asegurar que fue la inicial, pero que sí sé que fue la más intensa. Aquella donde estalla el deslumbramiento como nunca antes. Ese día que por una conjunción de sensaciones sentimos que nuestro corazón futbolero comienza a tener dueño para toda la vida. Ese debut tan personal que todos almacenamos en la caja fuerte del corazón. Allí, se esconden secretamente como lingotes de oro el enigma de este amor y esta pasión. Ese vínculo indestructible con la gente, con el aliento, con los colores, con la camiseta, con los cantos, con las manos en alto, los puños cerrados, con esa coreografía inigualable que solo la “hinchada máxima” sabe ofrecer.

Claro, de pibe unos va haciéndose hincha de sus ídolos. En mi humilde casa los viejos posters del Gráfico de Pinino y Ermindo adornaban el comedor, como cuadros de Rembrandt. Debe haber sido el caso de tantos otros. Pero entre esa cotidianeidad y el verdadero amor hay un abismo. Y esa distancia, apenas imperceptible y anchísima a la vez, para el sentir de un purrete, se estrecha únicamente en la cancha. Ese reino que nos va a acompañar todos los domingos gestando una comunión indisoluble.
“Hubo un tiempo que fue hermoso”. Y a mí, curiosamente, me llegó una tarde gris, muy gris, en que Chacarita nos ganó la final del Metropolitano de 1969. Esa tarde en el Cilindro de Avellaneda, cuando en el anillo de arriba todavía no existían plateas, dos horas antes no pudimos subir. Había ido con el papá de un compañerito de la primaria y nos tocó ver “la vuelta” del Funebrero desde la parte baja, donde estaban sus hinchas. Pero también fui un espectador de lujo de lo que ocurría allí arriba.

Disfruté y sentí, una experiencia inigualable. Jamás había recibido tanta energía. Esa que tiraba la tribuna millonaria que rebalsaba y aún en la derrota humillante de 4-1, no cesaba. Había que ver ese vaivén de cuerpos apretujados que al ritmo de “Hace frío ya”, hacía de su estribillo “¡ Y dale Riverooooó y dale Riverooooó y dale River, dale River dale Ri!” hacía temblar el cemento. Imposible no guardar en mis retinas aquel acto de encantamiento. Aquellos que sufrimos el mote de “gallinas”, les devolvíamos la gastada reventando todas las canchas. Lo padecieron los que se hicieron “paparazzi de la doce”, antes que del juego mismo. Lo pagaron todos, y mucho más en las malas que en las buenas. Allí es donde nuestro espíritu se fue tornando acerado y nuestro canto un himno marcial.

“River solo gana en las tribunas”. River revienta las boleterìas” se ha venido titulando en los últimos tiempos como si fuera un hecho inédito. River, noveno en el ranking de socios de clubes de futbol en el mundo. Siempre fue así. Que los pibes lo sepan: para los que pintamos ya las primeras canas, esto no es noticia. Siempre fue igual. Antes de la sequía de los 18 años, ¡durante! -hecho incomparable- y después. Especialmente en estos años de mediocres desempeños se repite el mismo fenómeno. El mismo que desde 1957 al 75 la mayoría de los medios se ocuparon de ocultar. En los sesenta, inventaron el “mito de la más uno”, agigantado a favor de algunos éxitos deportivos de sospechosa concreción. Y mucho más a partir de la era Macri. Después de repetidísimas frustraciones, aquella disparatada ironía de Don Bernabé Cicuta, inigualable columnista de la Revista River se volvìa a hacer realidad. La vieja teoría de “albertojacintoel25demayoalasonceytreintaaunquelluevaonollueva” (sarasasasa de la Ciudad Deportiva de A.J.Armando que quedó en la nada) se hizo carne en la metamorfosis de la “paqueta bombonerita”.

Macri se gastó todos los cartuchos de su título de Ingeniero y también fue por más aplicando la teoría del absurdo; achicó aún más lo que a ojos vista ya resultaba un pañuelito. Y fue un adalid de la desigualdad entre locales y visitantes, haciendo de una cancha un shopping, un espacio para el turismo y los medios que nunca dejaron de hacer foco en el corazón de su barra. Mientras tanto, en el oscuro rectángulo xeneize nunca dejarían de pasar cosas extrañas. Hay una sola y única razón que justificaba lo que hicieron. Darle a River las dos bandejas era seguir entregándose a la humillación de sentirse visitante en su propia casa.

Publicidad

Esa hinchada que nunca supo de custodias y siempre llegó a pie, vio recortado su lugar. La única verdad es que River era local en la Boca y punto. Jamás se diría la verdad sobre cual fue la hinchada más “seguidora y fiel”. Por eso cuando se festeja el Día del Niño, inexorablemente se me viene a la memoria aquel día, en cancha de Racing, que aunque perdimos una final, sentí ese hormigueo en la sangre. La fascinación de ser hincha de River por primera vez. Ese y no otro fue mi verdadero Día del Niño. Estamos a días, que River necesita como nunca de nosotros. Hago una invocación a todos aquellos que se sientan representados por estas imágenes.

Volvamos a ser niños sin serlo ya. Amigos anónimos, aunque no nos conozcamos. Reencontrarnos apartando estériles diferencias. Vamos todos unidos. A partir del 8 de agosto frente a Tigre copando el Monumental. ¡River mi buen amigo, esta campaña volveremo a estar contigo!

    Lee también
    Recibe las últimas noticias en tu casilla de E-mail

    Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones

    Better Collective Logo

    EL JUEGO COMPULSIVO ES PERJUDICIAL PARA VOS Y TU FAMILIA, Línea gratuita de orientación al jugador problemático: Buenos Aires Provincia 0800-444-4000, Buenos Aires Ciudad 0800-666-6006

    La aceptación de una de las ofertas presentadas en esta página puede dar lugar a un pago a La Página Millonaria. Este pago puede influir en cómo y dónde aparecen los operadores de juego en la página y en el orden en que aparecen, pero no influye en nuestras evaluaciones.

    Better Collective Logo